Hoy es martes para mí, miércoles para ti. ¿Miércoles martesero o martes miercolesero? ¿Qué más da? De verdad, ¿qué más nos da qué día sea cuando tenemos el privilegio de estar haciendo esto?
No sé. De alguna manera estoy más apreciativo hoy. Hoy me siento aquí y se siente un verdadero privilegio tener la oportunidad de escribir estas líneas y saber que hay alguien al otro lado que las está leyendo. ¿Qué más da qué día sea y si fue ayer o si es hoy o será mañana? Vamos simplemente a disfrutarlo, porque es una gran oportunidad.
A veces me apetece simplemente escribir acerca de diferentes cosas, o hacer una recopilación de cosas, o simplemente pensar en vosotros. Por ejemplo, un saludo a Ed, que estará leyendo esto a pesar de que ha aceptado un reto laboral que le va a tener absorbido en el próximo año y por lo que comentará menos o nada. Un saludo a Silvia, que estará jugando al Little Hope y tal vez hasta disfrutándolo. Un abrazo a Dani, y hacerle saber que es un gustazo sentir su apoyo en este camino. Un saludo a todos y gracias por leer lo que escribo. ¿Acaso no es un privilegio contar con vosotros en cada columna, en cada sentada que me doy aquí al teclado? Sí que lo es.
A veces me apetece contar una historia. A veces es larga, a veces es corta. A veces me apetece explicarme.
Por ejemplo, entré en la página de Wardog, ese administrador de sistemas quemado del mundo, de los compañeros y de los usuarios y al que tanto aprecio le tiene Ed. Leí algunas historias. Me gustó.
Me recordó el humor negro y el sarcasmo de Fuckowski condensado en pequeñas historias de apenas unos cientos de palabras. Leí varias y las disfruté. Me dije “Tal vez yo pueda escribir cosas así también; con mi estilo y desde mí pero así, cortitas y condensadas. Esto también está bien”.
Así que hoy voy a probar una mezcla de estas cosas. De momento he escrito un poco acerca de las cosas que tengo por dentro. Vamos ahora con una pequeña historia de ayer por la noche.
—Mira —me dijo Daniela con cara de asco alargándome el pequeño Tupperware en el que guardamos mi apreciada mezcla de pipas de calabaza y de girasol y que es la alegría de mis ensaladas.
—¿Qué pasa? —respondí.
¿Qué ocurría? Pipas de calabaza y de girasol, mezcladas entre sí, discurriendo en la caja al inclinarla, como granos de arena comestibles. Estaba deseando ponerlas en la ensalada con generosidad.
Tomé la cajita translúcida y la incliné bajo la luz. Entonces lo vi, en la esquina inferior derecha.
Algunas pipas de girasol parecían flotar en el aire. Estaban prendidas como de un hilo invisible, como de un hilo de araña.
Algunas estaban apelmazadas en la esquina. Yo había visto esto antes…
Alerta roja. Defcon tres. Mierda mierda mierda.
Gusanos.
—Mira —dijo Daniela alargándome la tapa azulada del recipiente. Señaló la ranura que va a lo largo del perímetro y que asegura el cierre hermético.
En su interior, a lo largo, envuelto en algunos hilos blanquecinos, un pequeño gusanito se movía lentamente.
Dios, no podía ser. No otra vez.
Cogí el taburete, encendí la luz del móvil e inspeccioné el estante. Algunos granos de arroz que tal vez habían caído al mover el paquete hace un momento buscando pistas.
Levanté algunas latas, miré aquí y allí. Parecía limpio. Tal vez eso era todo.
Habíamos comido pipas en la ensalada de ayer. Glup.
Pero, ¿de dónde salían esos gusanitos?
—Vienen en las pipas de girasol. Lo leí en Internet —dijo Daniela.
No, las pipas de girasol no. Mis ensaladas no serán lo mismo sin pipas de girasol.
Recordé la latita metálica en la que guardábamos las pipas hasta hace un par de meses. Imaginé la película.
Las pipas habían venido con huevecillos. Los huevecillos habían eclosionado. Los gusanos se habían dado un festín. Los gusanos habían salido al exterior a través del hueco de los goznes. Los gusanos se expandieron por la despensa. Un par de semanas después, tras volver de nuestra ausencia veraniega, los encontramos reptando por el techo.
Nos llevó semanas librarnos de ellos por completo. Ahora, de nuevo como polizones, habían regresado en un paquete de pipas.
Vacié el recipiente de pipas en la basura. Incluimos al gusanito. Cerramos la bolsa y la sacamos. Agua candente y jabón para el tupper.
¿Qué está pasando? ¿Qué hago ahora con mis ensaladas? ¿A alguien le ha ocurrido esto alguna vez?

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