Hoy es sábado. Yo creía que los días de la semana se escribían con mayúscula, pero no. Me enteré hace poco. ¿Ha sido siempre así? Me gustan más los días de la semana escritos en mayúscula. Me gustan más así porque me parecen importantes, y como me parecen importantes, pienso que deberían escribirse en mayúsculas. Hoy es Sábado. Hoy es sábado. Mi complemento gramatical del navegador me subraya el primero en amarillo. Dice “Los días de la semana se escriben en minúsculas”. Bueno, está bien; que así sea.
Hoy es sábado. Son las diez menos cuarto y me siento a escribir las páginas matutinas de hoy, como estaba previsto.
Hoy se me ha hecho algo más cuesta arriba, lo de escribir las páginas matutinas. Una cosa es entre semana, cuando se siente como si estuviera trabajando y mola mucho poder sentarme y simplemente escribir en lugar de ponerme a desactivar bombas. Daniela está ocupada trabajando y yo sueño con que mi trabajo pudiera ser así, simplemente sentándome y escribiendo. Eso estaría muy bien, ¿cómo lo hago? ¿Qué tengo que hacer para conseguirlo? Escribir páginas matutinas suena como un buen comienzo.
La página ya está en marcha, oficialmente. El dominio de elsentidodelavida.net ya apunta aquí y, quien lo ponga en su navegador, llega a este lugar. Tuve que recurrir al servicio técnico del hosting en el que hospedo esto: Siteground.
De momento está funcionando todo muy bien. El servicio técnico resultó rápido y muy eficaz y muy profesional, con un trabajador muy competente que me atendió exquisitamente. Encuentro el hosting un poco caro, pero así me ayuda a valorar esto. Quiero algo bueno para esto.
Hoy pensaba acerca también de valorar esto que estoy haciendo, en el sentido de que soy como un columnista. Podría estar escribiendo una columna diaria para un periódico, y eso se paga. Tiene mucho valor el tener el poder (super-poder) de escribir una columna diaria. Compararme con un columnista me ayuda a darme cuenta de ello.
Y está siendo agradable estar aquí cumpliendo con mis páginas matutinas. Me preocupaba un poco el cómo se tomaría Daniela el que yo me tome tres cuartos de hora en esta mañana de sábado para escribir mil palabras, pero se lo ha tomado bastante bien. Pero lo entiendo: es fin de semana, es tiempo para los dos, para estar haciendo cosas juntos, pero tan sólo es media hora larga. Está bien, y pavimenta este nuevo camino que acabo de empezar a recorrer, este regreso a hacer lo que me gusta y preguntarme una vez más: ¿cómo hago para ganarme la vida con algo así? Tampoco me tengo que ganar la vida; solamente tengo que ganar dinero. ¿Cómo lo hago?
Bueno, “¿en cuánto tiempo?” es la siguiente pregunta que me surge. Acotar los objetivos en el tiempo es fundamental para saber si nos estamos acercando a su cumplimiento o no.
El problema que suelo tener con eso es que me da miedo no conseguir mi objetivo en el tiempo previsto, pero sí que es cierto que, cuando me doy un límite temporal, aunque finalmente no consiga el objetivo en el plazo dado, soy mucho más efectivo mientras tanto. Un límite temporal me ayuda a enfocarme.
— ¿Qué tal tres años, Javier?
Tampoco corre mucha prisa. Me lo puedo tomar con calma. No es importante que llegue rápido; es importante que llegue. Es como empezar a salir a correr o a hacer ejercicio.
Hoy salí a correr, de nuevo. Corro muy suave, corro lento. No llevo reloj ni el móvil. Sé que corro unos quince minutos, pero me da igual correr más o menos, más rápido o más lento. No se trata de eso.
Se trata de empezar despacio, suavemente, lentamente si fuera necesario. Se trata de ponérmelo fácil, de que, cuando termine, pueda pensar en la siguiente vez en que salga a correr y sentir ganas de hacerlo. Se trata de hacerlo sostenible en el tiempo. Se trata de dividir los progresos en partecitas tan pequeñas que resulte casi inevitable conseguirlos.
“Partecitas”. Eso no le ha gustado al complemento literario. Igualmente, me refería a partecitas, a partes pequeñas, a partes pequeñitas.
Ya llevo casi 700 palabras en esta sentada. Eso está muy bien. Da gusto poder expresarse con tanta facilidad, con tanta libertad. Gran parte del valor de estas páginas matutinas se encuentra en la libertad.
Por lo demás, dar las gracias de nuevo a mi antigua empresa porque todavía tengo este monitor y este ordenador. Estoy incluso pensando en hacerles una oferta por el pack. Podría darles un buen uso. Si no, cuando los devuelva, tendré que regresar a mi antiguo portátil. El pobre se arrastra incluso para arrancar.
Y en fin, ¿qué puedo contar en esta mañana de sábado? Cielo nublado, día que amenaza lluvia durante toda la jornada. Día casero. Por cierto, tal vez alguien me pueda ayudar.
En el pasillo tenemos unos focos halógenos empotrados en el techo. Una de las bombillas se ha fundido y se impone por fin un cambio. Ayer comencé el proceso pero… no es tan sencillo.
Tenemos otras bombillas halógenas de techo, por ejemplo en la cocina. Éstas salen de su lugar quitando un arito de metal que las sujeta, pero las bombillas del pasillo carecen de tal arito, así que no sé cómo sacarlas. Investigando por YouTube entre los cientos de vídeos en español acerca de cómo cambiar bombillas halógenas de techo, he visto que hay algunas que se extraen de su lugar con una ventosa. He visto incluso que las hay que hay que meter las uñas alrededor del aro que envuelve la bombilla y sacarlo todo del techo de una, tirando con fuerza y sin miedo. Yo no tengo fuerza pero sí tengo miedo, así que no me atrevo a tirar y llevarme el techo detrás. Me pregunto si alguien sabe cómo funciona eso.
Y bueno, la página ya está en marcha y siento ya ganas de que lleguen los lectores y empiecen a dejar comentarios y esto se anime. Ahora mismo estoy en este sitio un poco solo, pero bueno, ahora es lo que me toca: ir cuidando este lugar e ir haciéndolo habitable y confortable para que luego la gente pueda estar a gusto. Ya estoy hasta cambiando las bombillas.
Responder a Elena Cancelar la respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.