El de ayer fue, a grandes rasgos, un día de mierda. Podría matizarlo de muchas maneras diferentes pero, para que nos entendamos, el de ayer fue un día de mierda. Vamos con él.
Hubo varios motivos para que así fuera:
One
Veníamos de cinco días de vacaciones. Fin de semana más lunes, martes y miércoles. A muchos efectos, ayer jueves fue lunes.
Hace cosa de un mes me instalé una aplicación en el móvil. Se llama “Mood rate“, o algo así, y me permite valorar de qué humor estoy. Cada cierto tiempo, varias veces al día, vibra y muestra un mensajito y entonces tengo que rellenar una mini-encuesta. Se trata de, con tres deslizadores que puedo mover a izquierda y a derecha, valorar mi estado en tres ejes:
- Triste – Contento
- Infeliz – Feliz
- Tenso – Relajado
Al cabo de varias semanas de introducir datos, el programa está en disposición de detectar patrones. Uno de los patrones que el algoritmo ha detectado es que, los lunes, más que cualquier otro día, estoy tenso e infeliz. Yo mismo venía dándome cuenta ya del patrón, lo que hizo el descubrimiento hasta divertido. ¿Por qué vienen los lunes siendo tan plof? Vamos con la razón número…
Two
Lo podría resumir en dos palabras, pero como estoy en Alemania, tiene que ser una compuesta: Arbeitsamt, el INEM alemán. Tampoco se trata de ellos, que lo hacen muy bien y son muy amables, sino de la perspectiva de volver a tener un trabajo tan estresante como el anterior y en el que agonice de la misma manera. Haciendo gestiones para el Arbeitsamt me siento como un cordero que rellena formularios para ir al matadero. En ocasiones, como ayer, se me hace sencillamente imposible.
Three
La rebelión de las máquinas. Ayer inutilicé el ordenador nuevamente.
Decidí borrar la partición de Linux para tener algo más de espacio de almacenamiento disponible. Al hacerlo, el cargador instalado en el sector de arranque del disco duro, la parte de software que se encarga de decidir qué sistema operativo se va a arrancar cuando se enciende el ordenador, se quedó sin saber qué hacer. Intentaba arrancar Linux, pero Linux ya no estaba allí. Me llevó como unas cuatro horas probar diferentes cosas para restablecer el Master Boot Record que utiliza Windows para arrancar.
Estas tres cosas en sí no hubieran sido más que pequeñas molestias, o más bien sólo molestias, en un día normal. Pero ayer…
Four
Ayer tuve terapia, y tuve la feliz idea de indagar en las sensaciones en la parte alta de mi pecho, mis hombros y mi cuello. Mientras estas cosas están durmientes, mientras permanecen en el entumecimiento y puedo apartar mi atención de esta gran parte de mí con la suficiente consistencia y habilidad como para que me pase desapercibido, entonces sólo tengo que lidiar con ese estado habitual que podemos llamar “mala hostia entumecida”, que de fondo genera una actitud que en otros círculos se conoce como “pasiva agresiva”.
Ahora, ayer me senté y durante más de media hora llevé a disgusto y de mala gana mi atención, y la mantuve allí, a la “zona cero” del Big Crunch, el gran núcleo radiactivo. Sólo en terapia ya lloré varias veces. Qué puto horror.
Se removieron tantas cosas que pasé el resto del día descolocado, desencajado, vagando como un alma en pena, llorando a cada rato, intentando simplemente dar crédito a las sensaciones que puedo sentir en esa parte de mí.
Sigo avanzando. Sigo mejorando. He cubierto un larguísimo trecho desde que, por primera vez, entré en contacto con esas sensaciones. Sentía, literalmente, que los brazos me salían de las sienes.
No tenía cómo escapar de aquello. No tenía cómo arreglarlo. Durante medio año tuve que hacer vida como pude, sintiendo que mis brazos me salían de las sienes. Me sentía como un monstruo, me experimentaba a mí mismo como tal y como tal me comportaba. Qué horror. Qué pesadilla de la que tener que despertar lentamente, un día cada vez.
Hoy sólo siento mi pecho retorcido. Mis hombros retorcidos. Mi cuello retorcido. Aunque estas partes se sienten aberrante y absurdamente retorcidas, al menos quedan ya por la zona por la que deberían estar, y eso ya es un enorme alivio y me permite darme cuenta de que llevo ya largo camino recorrido en el despertar de esa horrible pesadilla en que se convirtió mi vida. Todavía me resulta difícil expresar este horror con palabras.
Y entonces me llegan cartas del Arbeitsamt, que me recuerdan que tengo que trabajar. Que me recuerdan que estoy buscando un trabajo a jornada completa. Aquí una oferta de desarrollador de PHP en la que piden muy buenos conocimientos. Apenas tengo un año de experiencia laboral programando en PHP. Luego esa otra carta, de una consultora, buscando gente a la que pagar un sueldo mínimo de 12 euros a la hora, que en Múnich queda poco por encima del nivel de la pobreza.
Así que hoy me toca terminar esto, retocar mi currículum, rellenar una encuesta del INEM alemán, escribir dos solicitudes para trabajos que no quiero.
¿Cómo cojones salgo de esta?
Ayer fallé las páginas matutinas nuevamente. No es que no tuviera tiempo; simplemente no tuve ganas. Creo que ahora mismo el desfase entre lo que escribo y lo que publico se ha reducido a tres o cuatro días, lo cual me parece algo bueno, pues reduce la confusión para aumentar la claridad.
Me duele la espalda. Me siento como si me hubiera atropellado un camión pero hubiera sobrevivido. Respiro contra dolor, contra dolor punzante pero fresco.
Si sentir el dolor es mucho mejor que experimentar el vacío, sentir el dolor fresco es mucho mejor que sentir el dolor entumecido.
Sigamos avanzando.
Responder a Javier Cancelar la respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.