17 de agosto de 2020
Daniela
Me siento una vez más con vistas al jardín ante el teclado del viejo portátil. Es la última mañana en la casa del bosque. Me he levantado a las siete, he salido a correr, he practicado una meditación y ahora, mientras el sol sale de entre las nubes y la mañana se aclara, me siento aquí a escribir una vez más.
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