Interrumpimos el curso de Vim para aprender acerca de cómo probar, y eventualmente instalar, una distribución de Linux. En este caso, la instalaremos en paralelo con Windows. ¡Vamos allá!
Un poco de contexto
Después de mis dos últimos fracasos instalando Linux, una vez con Ubuntu y otra con Manjaro, estaba bastante contento con Windows.
Hace cosa de un mes, de pronto, un día, dejó de funcionar la conexión a Internet. El problema reside en la conexión con el router. Windows 10 puede conectarse, por ejemplo, a una red compartida desde un móvil Android, pero por algún motivo no se conecta con el router. El resto de dispositivos de la casa se conectan tranquilamente con el router.
Después de pasar un par de tardes probándolo prácticamente todo en vano, tiré un cable de red desde el ordenador hasta el router y asunto resuelto. Así estuve desde entonces.
Pero ayer me mudé, pasando de un rincón del comedor a tener mi propia habitación. Con todas las ventajas que eso conlleva, tiene la desventaja de que el router queda lejos. Así, de repente, mi Windows 10 se quedó sin conexión a Internet.
Hoy he tirado de conexión compartida desde el móvil y, aunque ha funcionado realmente muy bien, no es plan. De este modo, he decidido darle una nueva oportunidad a Linux.
Fracasos anteriores y criterio de éxito
Mis anteriores fracasos instalando Linux vienen de:
- Ubuntu: por algún motivo, la conexión wifi estaba muy inestable. La navegación por Internet se hacía muy lenta o directamente imposible.
- Manjaro: no detectaba el monitor externo aunque, paradójicamente, sí lo hacía al lanzar la distribución en modo “live” desde el palito USB. Inaceptable.
La distribución elegida esta vez ha sido Linux Mint, una variante de Ubuntu que contiene todos los drivers propietarios que sean necesarios para que la cosa funcione. Vamos a ver.
Procediendo
Vamos a empezar descargando UNetbootin, un programa que nos permite descargar una distribución de Linux de una larga lista y grabarla en un palito USB y dejarla lista para arrancar desde ahí.
El proceso es muy sencillo:
- Selecciono la distribución a instalar
- El programa la descarga
- La prepara y la grabar en el palito USB
- Se acabó
Realizo el proceso fácilmente.
Es el momento de arrancar de nuevo el ordenador pero, esta vez, desde la unidad USB.
Reinicio el ordenador, pulso F12 en el arranque y selecciono la unidad USB como medio para el arranque:
“Operating system not found”
Hago un par de intentos con algunas variaciones. Fracaso.
Mal comienzo.
¿Qué hacer? Vamos a probar otra herramienta para el mismo cometido.
Esta vez vamos a usar Lili, que, básicamente, hace lo mismo.
Selecciono la unidad USB. Selecciono Linux Mint, en particular la variante con KDE. Le digo que la descargue…
El programa prueba varios servidores diferentes y dice que ninguno le funciona, así que tengo que buscar un enlace de descarga para Linux Mint con KDE. Afortunadamente, llego a una versión más moderna que la que ofrece el programa.
Más de 500 palabras escritas y todavía estoy descargando la distribución, que “pesa” casi dos gigas.
Haciendo tiempo, revisando las opciones, veo que Lili da la opción de formatear la unidad USB en fat32. De pronto recuerdo que ya he tenido este problema antes y que casi seguramente el problema residía en que la unidad no estaba formateada en fat32. Selecciono la opción.
Se termina de descargar la imagen. La selecciono. El programa comprueba su integridad. Cuando termina, le digo que empiece a preparar la unidad USB con la instalación live de Linux Mint.
La idea es probar la versión live y, si todo va bien, hacer una instalación en una partición de 50 Gb que habrá que crear.
Mientras el programa termina de hacer sus tareas, me pregunto cómo terminar esta columna desde Linux en el mejor de los casos. Resuelvo hacer un borrador en WordPress desde el navegador y terminar desde Linux de la misma manera una vez completada la instalación. Vamos allá.
Copio la entrada a un borrador en WordPress. Lili termina de hacer sus menesteres.
Es el momento de reiniciar, pero no quiero dejarlo sin mencionar antes lo estrambótico y poco funcional que me resulta la interfaz de Lili. A veces me cuesta encontrar los botones que tengo que pinchar.
Dicho esto, guardo el borrador y confío en recuperar esto desde un navegador en Linux.
…
Arranco el ordenador desde la unidad USB. Empieza a cargar Linux…
A mitad de carga, aparece la imagen en el monitor externo. ¡Bravo! Al parecer, hay un escritorio en la pantalla del portátil y ese escritorio se extiende al monitor externo.
Me las apaño para abrir el navegador. No hay conexión a Internet. Cierto.
Localizo el gestor de conexiones en la parte inferior derecha del escritorio del portátil, en la barra de tareas. Busco y encuentro mi red. Contraseña.
Accedo a la unidad de Windows, donde tengo guardado un fichero de texto llamado algo así como contraseña-wifi y que en el gestor de archivos aparece con problemas, seguramente por la eñe. No pasa nada. Doble click. El archivo no se abre. Especifico que lo abra con un editor de texto. Lo abre. Sorprendentemente, está vacío. WTF.
Echo mano de la documentación de mi proveedor de Internet y tecleo la larga contraseña hecha de símbolos y letras y que ya casi me sé de memoria. Me las arreglo para encontrar los símbolos en una distribución de teclado en inglés. Los años de experiencia de instalar Linux me ayudan una vez más.
Conectar.
Se abre una ventana. Tengo que meter una contraseña más. Supongo que la de root, el administrador, dado que voy a meter mano en la configuración del sistema.
Pero se trata de un sistema live. ¿Tiene esto una contraseña? Presupongo que no. Le doy simplemente a enter.
La ventana desaparece y dice que nanay de la China, que necesita una contraseña.
Busco en los foros de Linux Mint una contraseña de root para la distribución live. Dicen que no hay. Vuelvo a probar. Precisa de una contraseña.
Me las apaño para darle una contraseña al usuario root. La meto en la segunda ventana de la configuración de la conexión. Nada.
Se me ocurre meter otra vez la contraseña de red.
Funciona. Me quedo alucinado. ¿Para qué diablos tengo que meter dos veces la contraseña de red?
En fin, ya tengo conexión a Internet. Vamos a instalar el sistema en el disco duro.
Click, click. Click.
Me lo instalas en este disco duro, reduces la partición de Windows.
Ojalá lo esté haciendo todo bien y siga teniendo una partición con Windows al terminar.
Teclado, zona horaria. Instalando…
Completado. Reiniciando.
El ordenador se reinicia y arranca en Windows. Ni rastro de Linux.
Reinicio de nuevo por si se me hubiera pasado algo por alto. Espero a GRUB, el cargador de arranque, que me dé a elegir entre si quiero arrancar Windows o Linux. Ni rastro.
Estoy de nuevo en Windows. Tomo el móvil y comparto la conexión a Internet. Abro el navegador. Termino esta entrada.
…
Dicen que por qué Linux no termina de triunfar en el escritorio…
¿A quién tengo que explicarle esto?
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