Hoy he vuelto a empezar la jornada laboral, después de mi meditación diaria, con la tarea tal vez más pesada del día, con el sapo del día, en referencia al libro que mencionaba Ed de “¡Tráguese ese sapo!”. El INEM alemán me ha dado permiso para apuntarme al curso de orientación laboral y me ha mandado la documentación pertinente y tenía que hacer la llamada, darme de alta en el curso y enterarme acerca de cómo va a tener lugar, que supongo que en estos tiempos coronaviruseros será a distancia. He llamado ya dos veces, así que me he puesto a escribir la columna de hoy y volveré a probar de nuevo más tarde.
Además de eso, he estado haciendo algo diferente antes de escribir la columna, y ha sido responder un email importante que tenía pendiente y leer y contestar los comentarios que me dejasteis ayer.
Estas pequeñas variaciones sobre mi rutina mañanera me están resultando interesantes. Cambian mi manera de sentir, también el modo en que las diferentes tareas se influyen unas a otras y además me permite encontrar la manera en que más se benefician entre sí. Por ejemplo, “tragarme el sapo” como la primera cosa del día me pone el resto de la jornada cuesta abajo. Es duro, pero estoy fresco y me da rápidamente la alegría de haberme quitado lo peor del día de delante.
Me recuerda a cuando tenía que hacer la llamada al banco (The call) y lo estuve posponiendo tres o cuatro días. Fue horrible tener eso ahí, delante de mí todo ese tiempo, amargando el resto de cosas que hacía y pendiendo como una espada de Damocles. Ahora estoy aprendiendo a quitarme lo peor del día rápidamente de delante, aunque también es un gran reto. En fin, poco a poco. Lento pero seguro.
En otro orden de cosas, hemos decidido por fin comprarnos una impresora para casa. Hasta ahora hemos ido tirando de la del trabajo de Daniela o de la oficina de su padre cuando estaba ella de visita por allí, pero vamos a hacer la inversión de dinero y, sobre todo, de espacio, y hacerle un hueco. Imprimimos poco, pero de vez en cuando hay algo que imprimir y es un incordio no poder hacerlo inmediatamente y quitárnoslo de en medio. Por ejemplo, ahora tengo que imprimir un documento para el Finanzamt para solicitar un certificado de residencia fiscal en Alemania para el proceso de recibir la herencia de mi padre.
¿Qué hay que tener en cuenta para elegir adecuadamente una impresora?
- Vamos a imprimir poco, un documento de vez en cuando y poco más.
- ¿Vamos a necesitar el color? Todos necesitamos un poco de color en nuestras vidas.
- Que tenga un escáner mejor, por si tenemos que escanear algo, aunque con el móvil se puede solventar de una manera bastante convincente.
- Que imprima a través del wifi, por favor. Con el cable de alimentación ya es suficiente. Cuantos menos cables, mejor.
¿Qué me recomendáis?
Hablando de cables…
El sábado pasado me puse a organizar los cables de la esquina del comedor.
Tengo una mesa en un rincón del comedor. En realidad no comemos ahí, así que tal vez es el salón. En la esquina, junto a mi mesa, hay varios aparatos:
- El router
- Una especie de amplificador que gestiona el hilo musical de la casa, que disfrutamos mucho.
- Un sintonizador/receptor bluetooth que va con él
- Mi ordenador con
- su fuente de alimentación
- el cable del monitor
- un cable USB que va del ordenador al monitor y reparte corriente desde el mismo
- el cable de la tele
- el cable del Fire TV
En fin, una ensalada de cables y aparatos respetable.
Contra todo pronóstico, me puse a ordenar todo eso.
Esto es algo llamativo, pues en los últimos años he venido minimizando la energía que he dedicado a hacer las cosas. En el punto álgido de esto, hace cinco o seis años, básicamente vegetaba haciendo las labores mínimas para seguir vivo, como ir a comprar, cocinar rudimentariamente, lavar y tender la ropa y limpiar la casa. El resto del tiempo estaba tumbado en el suelo, usando la hipnosis para entrar en un trance lo suficientemente profundo como para minimizar el número de respiraciones por minuto que hacía con el objeto de minimizar el dolor que respirar me producía.
Que yo me ponga trabajar en algo de naturaleza puramente estética para el hogar, eso es muy muy muy buena señal.
Lo desenchufé todo, cogí una caja apañada que me suministró Daniela y fui reconectando pacientemente y metiendo las cosas ordenadamente en la caja, sacando los cables por una abertura y conectándolos a una regleta junto a la caja. Fue muy laborioso y me llevó un buen rato. Entonces descubrí que podía haber puesto la regleta entre la caja y la pared y además con la luz de la regleta en el lado del rincón, donde pudiera pasar lo más desapercibida posible pero que a la vez pudiera ser examinada si fuera necesario.
Tuve que volver a desconectar todo de la regleta de nuevo. Ese fue el mini-punto por la excelencia.
No sólo había hecho el trabajo, sino que lo había llevado a la excelencia. Efecto de aplauso.
Seguimos prosperando. Viniendo desde las más altas cumbres de la miseria, no sé adónde vamos pero esto se siente mucho mejor y se nota.
Seguimos prosperando.

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