Lecturas y desquites

Nueva sesión de escritura en esta noche de imponente luna llena mientras Daniela intenta dormir al Luqui que, en su noveno cumplemés, ha cogido su primer catarro. La verdad es que ha aguantado el tío, con la rasca que se cuece por aquí.

Hablando de tíos. Estoy leyendo un libro que escribió mi tío, mi tío Tato.

Mi tío Tato es el hermano gemelo de mi padre. De él se dice que he heredado algunos talentos, como el del dibujo, el de la escritura y las chanzas y las artes en general. Es el artista, también frustrado. Pero bueno, para desquitarse, se ha puesto a escribir libros, y este que estoy leyendo es creo que el tercero. En él narra, en forma de crónica diaria, el confinamiento que vivió con mi padre, pues se marchó a convivir con mi progenitor cuando estalló el asunto del coronavirus y estuvieron prácticamente viviendo juntos hasta que mi padre falleció en octubre del año pasado.

He leído mucho en mi vida. Cuando era adolescente y joven, leía y leía, y solía tener varios libros simultáneamente en la cabecera de la cama. Desde que en 2008 decidí que buscaría y encontraría la raíz de todos mis males y le pondría fin he leído muchas cosas, pero la mayoría libros de PNL o de hipnosis. Es ahora cuando empieza a picarme de nuevo el gusanillo de la lectura, digamos, recreativa.

Uno de los libros que más he disfrutado en mi vida, seguramente el que más, es “El nombre de la rosa”. Recuerdo leer aquellas páginas vorazmente y precipitarme hacia el final del libro con una sensación de congoja, de “¿Qué voy a hacer cuando termine este libro?”, “¿qué será de mi vida?”. Realmente me sentí profundamente vacío cuando salí de aquellas páginas. Otros libros me hicieron sentir triste al terminarlos, pero El nombre de la rosa me dejó profundamente vacío.

Hace poco, me llegó una edición en alemán. “Der name der Rose”, con ese bonito genitivo femenino en forma de rosa. Tenía mis dudas acerca de si estaba capacitado para disfrutar de su lectura, así que hace un par de días decidí disipar estas dudas leyéndome algunas páginas.

Buf, es un lenguaje recargado y farragoso. No se parece a nada que haya visto anteriormente que, por cierto, vaya libros que he leído antes en alemán: “Quisiera morir sobre una Harley Davidson” o “Das Versprechen” (La promesa), por poner un par de ejemplos; para deprimir a un payaso. Y El nombre De la Rosa utiliza un lenguaje complicado, de C2, con un montón de vocabulario que desconozco y me enfrenta al desagradable hecho de que llevo una pila de años aprendiendo alemán, lo suficiente como para haber perdido ya la cuenta, y a la vez descubro lo mucho que me queda por delante, que bueno, también puede ser sinónimo de alegría, de la alegría de aprender.

Pero es que hoy estoy un poco… buf, pachucho es poco. Estoy en uno de esos puntos de este proceso en el que la enorme cantidad de piezas que conforman mi espalda se ensambla un poco más entre sí y se libera una cantidad gigantesca de tensión que llevaba ahí varias décadas, y esa parte de mí liberada se siente, básicamente, en estado de shock. Como si me acabaran de decir que viene un meteorito hacia La Tierra y que nos queda una semana. Y además me duele la cabeza una barbaridad. Y el Luqui sigue sin dormirse. Desde aquí le oigo. Una hora larga lleva ya. Lo que va a tardar Daniela en volverse a levantar desesperada.

De Vodafone tengo un paquete en camino, que supongo que es el aparato para ver la tele que me contrataron por las bravas y tuve que cancelar después y que, entre un punto temporal y el otro, se escapó en dirección a mi casa. Hoy me ha llegado un email preguntando: “¿Dónde quiere que le dejemos el paquete?”.

Se lo meten por el culo, oiga, por el culo.

Se refieren, desgraciadamente, a si quiero que me lo traigan a casa o que se lo dejen a un vecino o que lo dejen en un punto de recogida. Lo que quiero es que lo devuelvan a la central de Vodafone, porque si no me va a tocar devolverlo a mí. Maldita sea mi estampa.

Y hoy he estado limpiando usuarios de spam del blog. Debía de haber más de cien que se colaron en verano cuando quité el plugin anti-spam y había varias altas al día hasta que cerré los registros. Hoy he borrado usuarios, he instalado un nuevo plugin anti-spam y he vuelto a abrir los registros, por si a alguien le diera por ahí. Y es que estaba pensando en dejar de escribir hasta que alguien deje un comentario, que me siento aquí como escribiendo al aire. Luego reviso varias veces al día la página para ver si alguien me ha escrito algo y es un chasco detrás de otro.

En fin, se me pasará, que llevo el día sintiendo que me va a explotar la cabeza. Y llorar, también tengo muchas ganas de llorar, pero no termino de descorchar la botella.

Antes de despedirme, mencionar que hoy he estado escribiendo una carta a mi banco en la que les informo de mi nueva dirección. Después de buscar la opción en la app, llamé para comunicarles dónde me encuentro ahora y me dijeron:

—Envíe una carta postal.

A veces mi sobrino me mira y me grita:

—¡¿Estás de broma?!

Eso le tenía que haber contestado a la mujer al teléfono:

—Are you kidding me? Are you fucking kidding me?! —le hubiera dicho en plan Tarantino.

Joder, un banco, siglo XXI. What the fuck.

Que aprendan de la TK, la Techniker Krankenkasse. En la app se puede cambiar la dirección postal de una manera acojonantemente sencilla. En dos minutos liquidado.

En fin, con esto creo que ya me he desquitado por hoy. El reto es, a partir de ahora, desquitarme en real time. ¿A que no hay cojones, Javier?

Comentarios

16 respuestas a «Lecturas y desquites»

  1. Avatar de Adrián
    Adrián

    ¡Ánimo, Javier, que te leemos en silencio! 😛

  2. Avatar de Ramón
    Ramón

    Te confirmo que seguimos aquí, y que te leemos a diario, pero no siempre es sencillo encontrar un hueco para dejarte un comentario que merezca la pena. Pero estar, estamos. Abrazo

    1. Avatar de Javier

      Gracias por la confirmación, Ramón. Me vale con que escribas un comentario con un punto de vez en cuando, que yo sepa que estáis ahí, al otro lado.

      Un saludo! 🙂

    2. Avatar de Ed
      Ed

      +1 Otro que sigue por aquí

      1. Avatar de Javier

        Hombre, Ed. Te echaba de menos!

        Un abrazo! 🙂

  3. Avatar de Juanda
    Juanda

    Por aquí otro lector en la sombra.
    Un saludo!

  4. Avatar de Manuel
    Manuel

    Otro más que ha estado leyendo estas últimas entradas. Creo que muchos no encontramos con la dificultad de comentar las últimas al ser una temática un poco menos comentable (¿existe la palabra?)

    1. Avatar de Javier

      Entiendo, gracias por la aclaración. Algo así había pensado yo también. Pero… ¿qué entradas son más comentables?

      Gracias por el comentario 🙂

      1. Avatar de Manuel
        Manuel

        Sinceramente no lo sé, estuve leyendo las entradas y no sabía que comentar. ¿Incapacidad por no tener facilidad de palabra? ¿Un tema con el que no me identificaba? Al menos me acostumbraré a darle like si no comento para que no te quedes con la duda de si seguimos por aquí.

        1. Avatar de Javier

          Gracias por la info. Seguro que tienes facilidad de palabra y también la capacidad para ejercerla, por supuesto.

          No le des al like si no te gusta, que perviertes el sistema! Perversor de sistemas! X). Con que dejes un comentario con cualquier cosa de vez en cuando me vale.

  5. Avatar de Quique
    Quique

    Otro lector por aquí.

  6. Avatar de Nacho
    Nacho

    Hola Javier,

    hace muchos meses que no te leía y me he pegado una panzada del tirón. Unas entradas me resultan más interesantes que otras: generalmente prefiero las que muestras tu sentido del humor.

    Lo que me ha dejado helado ha sido enterarme del fallecimiento de tu padre. Lo siento mucho.

    Un abrazo muy fuerte.
    Nacho

    1. Avatar de Javier

      Gracias por el comentario, Nacho. Tomo nota de lo del sentido del humor.

      Sí, hace ya más un de año. Gracias.

      Un abrazo.

Responder a Javier Cancelar la respuesta