Teniendo en cuenta la desagradable indecisión con respecto del ordenador con la que he estado conviviendo en los últimos días y casi semanas, ayer decidí tomar por fin una decisión y actuar en consecuencia. Eso fue, en sí mismo y de entrada, una gran decisión.
Me tomé un momento para investigar los detalles.
Comencé recuperando en Gmail la factura del ordenador, un Dell XPS 17 que compré en 2011. En la factura pude ver el desglose de los componentes, con lo que vi que el ordenador tiene un procesador i7.
En los últimos días he estado viendo ordenadores nuevos. Cuestan entre 400 y 700 euros para lo que me planteo. Los procesadores van desde el i5 hasta el i7 de Intel. Según me informó José Pedro, van por el i9 pero, a menos que esté considerando poner un cohete en la luna, puedo prescindir ampliamente del mismo.
Algunos de los ordenadores que he estado considerando tienen una tarjeta gráfica integrada en la placa en lugar de una dedicada. El mío tiene una tarjeta gráfica dedicada. Es de la serie GeForce, según tengo entendido de la gama baja de Nvidia, pero por lo menos es una tarjeta gráfica dedicada.
Así, me di cuenta de que, con una pequeña inversión, podía tener un ordenador de unos 500 euros. Decidí comprar un disco duro de estado sólido (SSD) y ampliar la memoria, con un presupuesto máximo de 150 euros.
Decidido esto, marché al Mediamarkt.
Destacar la sensación que experimenté al entrar allí.
Rodeado de cositas y cacharritos tecnológicos por todas partes, me sentí como si estuvieran viniendo los reyes magos.
En los últimos años (unos 20-25), he sido de cada vez sentir menos hasta dejar de sentir prácticamente completamente. Desde hace más de seis años trabajo diaria y afanosamente en revertir este proceso y presto, por tanto, especial atención a lo que siento, pues se ha probado como una fabulosa herramienta de navegación a la hora de empezar a recorrer el camino de poner más de lo que disfruto en mi día a día.
Subí hasta la tercera planta y me sumergí en las cositas de ordenadores con una sensación orgiástica rodeado de portátiles, monitores, discos duros, teclados…
Me hice con un disco duro SSD de 480Gb y pedí, porque no tenían disponible, un módulo de 16Gb de memoria DDR3 a 1.333MHz. Llegará seguramente mañana.
Por apenas 120 euros puedo tener un ordenador nuevo. Ahora quedaba la parte del valor añadido: la de montar las cosas y hacerlas funcionar.
A lo largo del proceso me sentí genial: había tomado una decisión y la estaba llevando a cabo. Fluía con facilidad y disfrute. Estaba encantado.
Llegué a casa e instalé el disco duro. Era la primera vez que hacía algún tipo de ampliación a un portátil y me sorprendió lo sencillo que resultó. Probé a sacar también los módulos de memoria, que salían de una manera absurdamente fácil.
Luego vino el clonado.
La idea era clonar el contenido del disco viejo en el disco nuevo. El proceso me di un error. Repetí la operación y me dio el mismo error. Me encanta lo consecuentes que son los ordenadores. Lo dejé estar y lo llamé un día, que dicen los estadounidenses.
Esta mañana, después de solventar el problema de Anchor y publicar el podcast que ayer había quedado por publicar, me puse manos a la obra.
Opté por hacer una instalación limpia de Windows. Para ello tomé un palito USB y descargué la herramienta que proporciona Microsoft para el asunto. Después de que la herramienta descargara lo necesario, dio un error con muchos números al intentar crear la imagen en el palito USB.
Ahora he dado privilegios de administrador a la herramienta y he formateado el palito en FAT32. La herramienta está descargando lo que necesita de nuevo y estoy cruzando los dedos mientras doy las gracias por poder seguir usando el ordenador y escribir esto mientras tanto.
Me siento como cuando algo no funciona en Linux y tengo que trastear y buscar información y probar diferentes soluciones. Por ese precio, casi que instalo Linux directamente. Como me dé un par de problemas más lo hago.
Y esta es la actualización informática tras la decisión del ordenador. Qué bien se siente por fin tomar una decisión y avanzar y volver a fluir.
¿En qué áreas de nuestras vidas tomar una decisión nos puede permitir volver a fluir y disfrutar?
Responder y decidir y disfrutar del flujo.
EOF

Edición post-programación: He conseguido hacer la instalación limpia de Windows. A falta de multiplicar por cuatro la RAM del ordenador, esto va como un tiro.
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