Me gusta empezar estas columnas dando las gracias; dando las gracias por la oportunidad de poder escribirlas. Es todo un lujazo poder sentarme aquí cada mañana y empezar el día escribiendo estas columnas. He tenido que pasar por mucho para poder llegar hasta aquí, para poder darme permiso para hacer esto cada día. Es todo un logro y por eso, entre otras cosas estoy agradecido por ello.
También estoy agradecido porque las leáis. A veces me gustaría recibir más comentarios, pues me siento un poco solo aquí, escribiendo al aire. Daos cuenta de que sólo tengo dos maneras de saber que leéis lo que escribo: una es ver las estadísticas, más anónima, y la otra leer vuestros comentarios, cuando puedo poner nombre a quien lee lo que escribo. Pero igualmente, sigue siendo un privilegio poder estar aquí escribiendo cada mañana, practicando este noble arte y aprendiendo acerca del mismo un poco más cada día. La verdad es que me encanta escribir.
En mañanas como esta dudo acerca de lo que voy a escribir y de mi habilidad para hacerlo. Pero ¿cómo voy a escribir una columna? ¡Si ni siquiera tengo un tema en mente!
Y es entonces cuando tengo que aprender a confiar en mí mismo, en mi talento, en mi habilidad, en mi creatividad. Algo saldrá. Y si se atasca, lo puedo llevar por otro sitio, por un sitio que proceda, por un sitio que sea adecuado. Y es más que aprender a escribir.
Por ejemplo, es aprender a expresar, que, etimológicamente, viene de liberar. Escribir es comunicar y comunicar es liberar aquello que llevamos en nuestro interior y que requiere ser compartido. Y date cuenta de todo lo que ya llevo escrito sin saber cómo y ni siquiera lo que iba a escribir.
Escribo aquí cada mañana, de lunes a viernes. Juzgar lo que hago, algo que tiendo a hacer naturalmente, deja lentamente de tener sentido.
Ahora es cuando suena la alarma de la cuenta atrás de diez minutos que he activado en el móvil para recordarme cerrar la ventana del dormitorio, que se está aireando al fresco, re-fresco, de la mañana. Me levanto para realizar la acción.
De vuelta continúo escribiendo, un poco sin rumbo, un poco dejándome llevar, dejándome llevar en esta columna rara, transmitiendo más que un sentido una sensación. Una sensación de calma, una sensación de disfrute.
Me giro y miro por la ventana del comedor en busca de inspiración. Los árboles del patio interior colorean ya sus hojas al frío de este otoño que ha llegado gélido. Las hojas, sorprendentemente inmóviles en sus copas hoy, adquieren ya tonos ocre en este espectáculo natural que solamente el otoño puede ofrecer. En el balcón, algunas de nuestras plantas, cuyos nombres todavía estoy por aprender, me sacuden con el color intenso de sus flores, todavía valientemente presentes y abiertas.
En fin, esto se ha convertido en algo así como un ejercicio de prosa, y me debato entre terminarlo y hablar de otras cosas o terminar completamente.
Para esta mañana, en la agenda, además de programar esto para su publicación al día siguiente y de grabar el podcast, me queda pedir a Lufthansa que me devuelta también el dinero del billete de navidad, que me lo han puesto fácil. Ya no tengo padre al que visitar y además me han cambiado la estructura del vuelo.
Es la primera vez que veo algo así: donde antes tenía un Múnich-Valencia en dos horas y media, ahora tengo un Múnich-Frankfurt-Valencia en unas cinco. Ni siquiera hubiera comprado este billete si me lo hubieran ofrecido así. Tengo que revisar cuáles son las condiciones para una posible cancelación y, en caso de que se cumplan, solicitar la misma y la devolución del importe.
Ya llevo dos o tres meses esperando a que me devuelvan el dinero del vuelo de abril que nunca tuvo lugar. Desde luego, qué año este, al menos en lo que a billetes de avión y muertes de padre se refiere.
Me doy cuenta, en referencia a los comentarios que recibo por vuestra parte (por cierto, muchas gracias a quienes los escribís, que los aprecio mucho) de que mis textos suelen requerir de poco por vuestra parte; salgo aquí, hago mi columna y me voy. ¿Qué tal si hiciera alguna pregunta que requiriera de un… digamos engagement… por vuestra parte? Por ejemplo, ¿qué tal os va a vosotros? ¿Cómo os está resultando este año? Me lo puedo imaginar, pero una de las cosas que he aprendido en estos últimos años es la valiosa diferencia entre mis imaginaciones y la realidad. Así que…
¿Cómo os va a vosotros?
Gracias por estar ahí.

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