Jaleo digital y analógico

Siete y cuarenta de la mañana. Nos hemos levantado, hemos desayunado. Daniela y Luqui se han vuelto a acostar. He recogido la cocina y me he cepillado los dientes. Abro el MacBook sobre la mesa de la cocina. Let’s go.

A las cinco y pico de la mañana, el Luqui ya estaba rockandrolleando. Hace un mes se quejaba Daniela porque oíamos al vecino, a las seis y cuarto, trotanto por el piso de arriba, y a las siete, bajando las crujientes escaleras de madera de la casa. Todo eso ya pasó a la historia. Seguro que ahora hasta lo añora. Así de rápido cambian las cosas a veces.

Guardo el fichero. Como todavía no le he puesto título a esta entrada, le pongo fecha. 05Nov. Me detengo un momento pensando en si le pongo año y entonces… ¿Le pongo cuatro cifras al año? Pienso un segundo. No me hará falta: no creo que vea el siglo XXII. ¿Voy a vivir ochenta años más? No, no lo haré. Me quedo ligeramente atónito al darme cuenta de ello, pero también siento que mi vida cobra un poco más de sentido.

Esta mañana, miré por la ventana el termómetro. Cuatro coma un grados sobre cero.

Calor.

Todo es tan relativo.

Y me doy cuenta de que estoy como muy filosófico, así que vamos a bajar hacia la tierra pasando por los bits, porque ayer dediqué un rato a recuperar el disco duro SSD del antiguo portátil, montándolo en la carcasa que compré al efecto por unos quince euros. Una bicoca, comparado con el tóner de polvo extracto de testículo de unicornio.

¿Tienen testículos los unicornios? Este sí.

Bajé a por el portátil al sótano. Subí. Bajé a por los destornilladores finos al sótano. Subí. Con la habilidad que da la experiencia, con cierta soltura extraje el disco duro antiguo. Lo monté en la carcasa y lo enchufé al Mac. No lo detectó. Probé con el ordenador de Daniela, también en vano.

Tiré del portátil todavía más antiguo, el Fujitsu-Siemens. Debe de tener quince años y funciona que da gusto con Lubuntu. Él detectó el disco duro y me hizo notar que lo que allí había era una partición base de Linux. Copié lo que quería hasta otro disco duro externo y apagué el ordenador.

Conecté de nuevo el disco al Mac usando un pequeño adaptador de USB normal a USB-C, el pequeñito. Es una pieza genial que encontré en casa de mis padres en la caja del Samsung Galaxy 8 y me traje de vuelta pensando, precisamente, en esto. Tiré a formatear el disco duro. El ordenador me preguntó por el formato.

¿APFS? ¿FAT? ¿extFAT? ¿MACOS con registro o sin registro?

What? ¿Con registro de qué?

Recordé que, cuando vivía en Regensburg y tenía el Mac Mini, ya tuve problemas de compatibilidad. Un disco formateado con alguna historia maquera no se puede llevar por ahí alegremente.

Luego me saltó el Time Machine preguntado si quería usar el disco duro para hacer copias de seguridad. Le dije que sí y se apropió del mismo, así que le dije que no. Al final ya ni me acuerdo de cómo lo formateé.

Por cierto, en el Finder no aparece la carpeta de Documentos del disco duro local, sino sólo la del iCloud. ¿Es la misma? Estoy un poco confuso con el asunto.

Y hablando de confusión y tecnología, Google me comunicó ayer que va a activar la doble autenticación en mi cuenta, así que tengo que hacer algo. Intento añadir mi número de teléfono como parte del proceso, lo que me da un error. Leo acerca de usar la app Authenticator para gestionar el doble factor, pero no me aclaro. Al final creo que lo he resuelto pero tampoco recuerdo bien cómo.

Vaya lío.

Y quería comentar algunas cosas más pero he terminado yéndome por derroteros digitales. Por cierto, ¿dónde está Julia? ¿Cómo estará? La echo de menos.

Hoy va a llover entre poco y nada, lo que, después del día de ayer, es un alivio. Tal vez les dé hoy un nuevo apriete a las tuercas de las ruedas de invierno, que hay que repretarlas cincuenta kilómetros después y ya los hemos hecho. De todas maneras el año pasado me dijo el mecánico que, para ruedas resabiadas como las nuestras, es menos importante. De hecho las intenté repretar a los cincuenta kilómetros y estaban más que reprietas.

La semana que viene tengo cita con el dentista para continuar el tratamiento, del que me queda el 75%. Vaya horror. Y además tengo que conducir hasta Múnich. Casi una hora me lleva el trayecto hasta la consulta. Y luego otra de vuelta. En cuanto termine el procesoiento me encuentro un dentista por aquí. Y hablando de médicos: también estoy en el proceso de encontrar un urólogo de confianza, que este año me toca la revisión de bueno, ya sabéis el qué, los hombres que hayáis cumplido los cuarenta y cinco.

Y ayer compré un adaptador de placa de inducción por Amazon. Hacía mucho que no compraba nada en Amazon. Ha sido interesante. Y con esto ya cierro.

La cocina que tenemos es de inducción. Eso ha hecho que tuviéramos que cambiar todas las ollas y sartenes que teníamos. Además de eso, tenemos una cafetera y un batidor de leche para hacer espuma para el café con leche, así que hemos decidido comprar lo que llaman un adaptador de cocina de inducción, que es como una pequeña sartén plana sobre la que se pueden poner cosas que no respondan a la inducción, como la cafetera y su acompañante. La idea era comprar esto por Amazon.

Ahora, mi suegro tiene una cuenta de Amazon prime. Mi suegra nos dejó una cafetera de inducción para cuatro cafés. Estos han sido los ingredientes del drama, un drama que todavía se desenvuelve.

Daniela quería comprar el cacharro usando la cuenta prime de su padre, así nos ahorramos los gastos de envío. Con esto, llevamos un par de semanas arriba y abajo. Queriendo devolver la cafetera sobredimensionada a mi suegra, yo insistía en comprar con mi cuenta de Amazon.

—Vale, vamos a hacerlo, pero compramos también el armario del baño y así nos salen los gastos de envío gratis —cedió Daniela finalmente.

Ayer, para evitar que pasaran dos semanas más mientras jugábamos a Amazon para ahorrarnos dos euros de envío, compré en secreto el adaptador de inducción. Llegará en los próximos días.

Vamos a ver cómo se desenvuelven los acontecimientos.

Comentarios

2 respuestas a «Jaleo digital y analógico»

  1. Avatar de Julia
    Julia

    Javier, yo sigo aquí leyéndote. Me alegro de que la mudanza haya ido razonablemente bien.

    No he escrito ningún comentario últimamente porque no considero que pueda aportar nada muy revelador. O más bien que las cosas que yo te diría no te serían de mucha ayuda. Me sigue pareciendo fascinante cómo opera tu mente y cómo te desenvuelves en el mundo. Fascinante y extraño. Por eso sigo leyendo tus historias.

    Así que aquí seguiremos. Un saludo 🙂

    1. Avatar de Javier

      Ole ole, Julia sigue aquí! 😀

      Fenomenal. Me quedo con las ganas de saber más acerca de esas cosas que me dirías y que no me serían de mucha ayuda. En cualquier caso, gracias por el comentario y por dejarme saber que sigues ahí.

      Un saludo! 🙂

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