Terminamos, por primera vez en tres meses, el curso de orientación laboral media hora antes de lo programado. Voy al cuarto de baño. Daniela está en la terraza con Lucas y habla por teléfono. Este febrero está teniendo días ciertamente benévolos. En cualquier caso, tengo unos veinte minutos para una rapidita. ¡Vamos allá!
La verdad es que echo de menos lo de escribir cada día. Desde que en marzo del año pasado, cuando me dieron la patada en el culo, me pusiera a escribir de nuevo en el blog, he venido disfrutando de escribir. Ahora que, con la nueva dinámica del bebé, apenas encuentro tiempo para encender el ordenador, lo echo de menos.
Gracias por los comentarios. Hago una ronda de respuestas rápidas aquí:
Julia
Aquí se le llama Tragetuch, como sabes. Andaba pensando sólo en Tuch, pues es un Tuch para traguear, y de ahí que lo llamara toalla. A veces sí que me siento como San José pateando pesebres…
¿El relactador? ¿Es como el afilador? ¿Qué tiene que ver con el mamar?
“¡Señora, el relactador!” Tiroriiiiii… Ya me lo estoy imaginando.
Ahora en serio, hay unas cápsulas de una planta con un nombre que todavía estoy aprendiendo a pronunciar. Nueve al día. Se supone que promueven la producción lechera. Pronto podremos proveer a todo el Allgäu (región bávara al pie de los Alpes).
Juanda
Muchas gracias. A ver si va a ser verdad que tengo un talento de esos. Yo. ¡Imagínate! En cualquier caso, 20 años son muchos, así que gracias por tu compañía y por el comentario.
¿En qué trabajas? ¿Qué pasiones tienes?
Dani
La crisis del lactante… Es la primera vez que lo oigo así. En tres años no sé dónde va a estar eso. Ahora mismo está en primera plana. ¡Un abrazo!
Pedro
Seguro que tienes mucho que aportar, pero igualmente gracias por el comentario. Me hace sentir acompañado, y eso ya es mucho.
En fin, después de esta improvisada ronda de respuesta a los comentarios, mencionar que he pasado una nochecita toledana, que decía mi madre. Me acosté a la una tras la ronda de esterilizado de equipamiento y a las cinco y media me he despertado para dar vueltas en la cama. Estoy dando la vuelta a los hombros.
Literalmente. Es como suena. No me lo podía creer, pero, cuanta más información cinestésica recupero, más obvio se me hace. Mis hombros están retorcidos.
Pero no retorcidos desde el hombro, no; desde la columna vertebral.
Muchas veces he dicho que los brazos no terminan en los hombros; terminan en la columna vertebral. Hoy me reafirmo.
Hace unos años tenía para la tablet una app de anatomía que compré por varias decenas de euros. Era genial. Podías ver el ser humano en 3D y rotarlo y quitar capas. Así, por ejemplo, aprendí que en la espalda, en particular en la parte de las vértebras torácicas, hay cinco capas de músculos contando los pequeños musculillos que inervan las vértebras. Una pasada de la ingeniería humana. Con el tiempo, me fundí la placa base de la tablet haciéndole el flasheado de una nueva ROM (tened precaución con estas cosas, que es verdad que se fríen) y perdí la app y ahora mismo recuperarla me requiere más tiempo del que dispongo.
El caso es que me gustaría saber cómo, exactamente, se prolongan los brazos desde los hombros hasta la columna vertebral y, en particular, cómo se anclan. Pero se siente desde luego así. Será de nuevo uno de esos asuntos de cadenas musculares.
Con el Big Crunch, mi columna se dobló sobre sí misma. En realidad mi cuerpo entero. Se plegó como una de esas tiendas de campaña del Decathlon que se montan solas: se hizo un ocho y se dobló sobre sí mismo. Es un horror que, 30 años después, todavía estoy aprendiendo a aceptar.
El tramo cervical de la columna rotó en una dirección, el tramo torácico en dirección contraria y el tramo lumbar en la dirección del tramo cervical. Todos los órganos internos estirados. Los hombros, en particular esa cruz que incluye las clavículas, bueno… no lo quiero ni pensar.
El caso es que llevo ya más de dos años rotando los hombros, y haciéndolo desde la columna vertebral. Es jodido, porque son muchas piezas diferentes, en particular mucho tendón, y está todo muy prietamente empaquetado. Además queda muy cerca de órganos como la garganta, el timo, los pulmones, el corazón… Es ciertamente impresionante. Pero por fin se está moviendo.
Y esta mañana, a las cinco y media, completamente molido y agotado, a dar vueltas en la cama aprovechando que, durante la noche y en ausencia de estímulos externos, es mucho más fácil sentir con más precisión.
Así que… pies juntos, mano derecha en el cuello. Palanca entre el codo derecho, los pies y la cabeza. Inspirar profundamente y empujar. Buf, se mueve. Todo ese montón de vértebras y tendones y músculos y pequeñas articulaciones… Se mueve. Tumbado del otro lado. Vuelta sobre el costado derecho. De nuevo a hacer palanca.
Hora y media así. Hasta que ha sonado la alarma a las siete. A las siete y media, mientras terminaba el desayuno, han aparecido Daniela y Lucas. Estoy sorprendentemente entero para la tralla que llevo.
Mencionar que el hombro que peor lo lleva es el derecho, pues ambos están rotados en sentidos diferentes. El izquierdo va con la curvatura natural del hombro y el derecho va del revés, lo que me hace flipar de dolor, por ponerlo en breve. Ayer pasé un día divino…
Me recuerda la fase en la que, hace unos seis años, me fumaba un canuto y me dejaba caer sobre el sillón de chasis metálico.
Dejaba caer las piernas por un lado y me iba escurriendo dejando caer la parte superior del tronco por el otro. Lo hacía lenta y conscientemente hasta que llevaba una vértebra lumbar en particular a encajar con la esquina metálica del chasis. Aprovechando la anestesia de la marihuana y la respiración, utilizaba esa esquina para hacer girar una vértebra en particular que me estaba matando.
Demencial. Delirante.
Afortunadamente, todo eso queda muy lejos ya. Y espero que, en unos días más, termine de darles por fin la vuelta a los hombros.
Gracias por acompañarme en este delirante viaje.
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