Hace ya algunos años, cuando escribía en javiermalonda.com (por cierto, el que hay ahora allí es otro), me dedicaba a temas de desarrollo personal. Era la época en la que estaba aprendiendo PNL y yo estaba entusiasmado con todo aquello. Por primera vez podía hacer algo útil acerca de lo que me ocurría.
Después de unos veinte años de ir de mal en peor, pasando por médicos, probando medicaciones, resignándome, marchándome a Alemania para ver si con un gran cambio en mi vida algo cambiaba a mejor… Después de que incluso aquello, mi último recurso, fracasara; después de interesarme por la carrera de psicología, entonces decidí matricularme en PNL.
Uno de mis mayores descubrimientos por entonces fue el de:
“Yo no tengo una depresión; yo me deprimo a mí mismo.”
Puede parecer una pequeñez, una sutileza, una manera de hablar… pero a menudo, si no siempre, las maneras de hablar vienen de formas de pensar, y las formas de pensar vienen de cómo nos representamos la realidad internamente. De cómo pensamos acerca de las cosas.
De acuerdo a la PNL, la depresión era una nominalización, algo que no existía. Existe una mesa, un vaso, un coche, una silla; pero una depresión no. No puedes coger una depresión y guardarla en una caja.
Una depresión era un proceso, el proceso de deprimirse. Al convertirlo en un verbo, se convertía en una acción. Y alguien tenía que llevar a cabo esa acción.
En mis pesquisas, pronto llegué a la conclusión de que, ese alguien, era yo.
Yo me deprimía.
Eso era algo deprimente.
Esta pequeña sutileza, ese pequeño cambio en la manera en que yo me representaba aquello internamente, me hizo darme cuenta de que era un proceso que yo había iniciado y que yo estaba llevando a cabo, y eso me hizo darme cuenta de que tenía el poder de cambiarlo, de hacer algo al respecto.
Fue un acto de asumir una responsabilidad.
Desde entonces, han pasado muchos años, y he asumido muchas responsabilidades por el camino, y eso me ha dado poder sobre muchas cosas. Eso me ha permitido cambiar mi vida a mejor de muchas maneras diferentes.
Pero a lo que voy es que, por entonces, cuando había recién aprendido un poco de PNL y estaba empapándome de las ideas del campo del desarrollo personal, hubo algo que me llamó mucho la atención, y fue esa idea de “Dispara, apunta, dispara”.
Eso era algo que venía a ocuparse de una cosa que había repetido muchas veces en mi vida. De un patrón.
La idea es marcar la diferencia entre dos estrategias, una que lleva a la parálisis y otra que lleva a la acción. Para mí, por ejemplo, ahora que estoy en este proceso de crear mi propio negocio en base a mis dones y a mis talentos y a lo que disfruto y me encanta hacer, tomar acción es algo fundamental. Hay muchas maneras diferentes en que me puedo bloquear, y es fundamental que me mantenga fluyendo.
Por ejemplo.
Ahora estoy en esta etapa inicial, en los primeros meses. He conseguido mantenerme en marcha durante tres meses publicando diariamente. Hace falta fluir mucho para eso, mantenerse creativo. Ahora quiero continuar y añadir el podcast a lo que hago. Hay muchas maneras diferentes en que me puedo atascar.
¿Con qué frecuencia publico una columna? ¿Con qué frecuencia publico un podcast? ¿Qué longitud han de tener las columnas? ¿Cuánto han de durar los podcasts? ¿Qué temas debo tratar? ¿Qué es lo que más me conviene? ¿Debería hacer lo que me piden los lectores o debería hacer lo que quiero yo?
Estas son muchas preguntas para las que no tengo respuesta. O tengo respuestas, pero no sé si son las correctas. ¿Qué hago?
Me puedo quedar quieto y paralizado y aterrorizado ante lo desconocido y el miedo a hacerlo mal o, simplemente, puedo empezar a hacer y permitir que el resultado de mis acciones me haga saber cuándo lo hago bien y cuándo lo hago mal. ¿Bien o mal para qué, con respecto a qué fin? Al fin de crear un negocio sostenible que aporte muchísimo valor a muchas personas.
La primera estrategia es “Apunta, apunta, dispara”. Eso significa: piensa, piensa, piensa, hazte preguntas, paralízate ante tu ignorancia, siente miedo porque no lo vas a conseguir y no hagas nada. Es la idea de que tenemos que saberlo todo antes de empezar algo.
No sé si es una idea falsa o verdadera; lo que me importa de esto es que es una idea poco útil.
En contraposición, la segunda estrategia es “Dispara, apunta, dispara”. Eso significa: haz algo, date cuenta de los resultados que te ha proporcionado tu acción, corrige y vuelve a hacer algo.
Supón que estamos en un campo de tiro con arco y es la primera vez que tiras. Estamos a veinte metros de la diana y te pido que aciertes en el centro.
¿Cuáles son las probabilidades de que lo consigas?
Tienden a cero.
Si es tu primera vez, sería un éxito si acertaras a la diana.
Puedes irte y ver vídeos en Internet acerca del tiro con arco. Puedes marcharte y matricularte en la universidad y hacer una carrera acerca del tiro con arco. Puedes leer todos los libros que quieras y escuchar a tantas personas como quieras hablar acerca del tiro con arco. Cuando vuelvas, todavía tendrás que disparar la flecha por primera vez. Sería un éxito si acertaras a la diana.
Esto es miedo al fracaso. Miedo a hacerlo mal. Miedo a que se rían de nosotros. Miedo a ser rechazados. Es, al fin y al cabo, miedo.
Coge el arco y dispara una vez. Tal vez aciertes a la diana o tal vez no. Date cuenta de lo que puedes hacer mejor y prueba de nuevo. Las probabilidades de que lo hagas mejor que antes son muy altas. En unos pocos intentos puedes estar ya muy cerca del centro.
Yo no sé cuántas columnas a la semana publicar o cuántos podcasts publicar ni de qué hablar ni cómo hacerlo ni lo que quieren mis lectores. Sólo sé lo que quiero conseguir y sé que me apetece hacerlo y que me divierte. Así que voy a empezar y por el camino iremos sabiendo más.

Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.