Hoy me he levantado, según el plan, diez minutos antes. Parece que ha terminado la tormenta de los últimos días, con sus lluvias y sus vientos, y hoy vuelve la calma chicha. Se agradece. Carrera matutina.
¿Cómo ha funcionado levantarme diez minutos antes?
Regular.
Me he encontrado, a la vuelta, al vecino de la esquina saliendo con las niñas. Amaneciendo, ha sido todavía más difícil ignorar su presencia. ¿Para qué lo hago siquiera? Si incluso me encantaría que viera que me levanto pronto para salir a correr, en una especie de presunción implícita. Es interesante cómo funciona eso.
En la carretera había menos coches, aunque todavía algunos. Con el aire en calma, el humo de sus escapes reposa sobre la carretera y sus aledaños. Corriendo junto al asfalto, la experiencia es algo desagradable.
En cuanto a niños yendo al colegio y movimiento en general, menos del habitual. Parece que hay un pico poco después de las siete.
Con mi vecino de arriba, estoy en pleno rumbo de colisión. Es su hora habitual de salir de casa. Aunque ahora mismo está enfermo, me lo encontré ayer con mascarilla y, posiblemente, coronavirus.
En resumidas cuentas: todo me invita a adelantar la alarma matutina diez minutos más. Menos coches, menos vecinos, más paz. Mañana probaré a despertarme diez minutos antes, a las 6:40.
Por cierto, en los dos últimos días me he despertado automágicamente diez minutos antes de que sonara la alarma. Gracias, inconsciente.
Hace una semana tuve un encargo de Luqui Betreuung, que es cuando Daniela trabaja durante varias horas y tengo que hacerme cargo de Luqui durante ese tiempo. Ayer fueron tres horas. Es un acontecimiento importante. Hasta me lo apunto en la agenda.
Tenía un poco de miedo.
Últimamente Luqui no duerme en el carrito. No sé por qué. No ha dado explicaciones, pero no lo hace. Así que solemos salir y a eso de los diez o quince minutos se empieza a quejar, lo que comprendo, pues estos días ha hecho un tiempo de lo más inhóspito y estar fuera de casa ha tirado más hacia ser un suplicio. Cuando empieza a quejarse, pruebo con las galletitas. Son una especie de “ganchitos” saludables. El otro día estableció un nuevo récord en seis. Se comió un par de la serie mientras observábamos los cuervos. Luego dimos un paseo. A los tres cuartos de hora de haber salido, el pobre ya no aguanta más, y con este tiempo yo tampoco, y entonces nos dirigimos a casa de los abuelos. Ahí es donde la cosa se puso mucho mejor de lo que yo me había imaginado.
Según entramos por la puerta, le entrego a la abuela el Luqui como si fuera un paquete de Amazon. A cambio, la abuela me entrega una cerveza de trigo. El abuelo se pone a hablarme de las obras del desván.
El sábado traen el material. Pondrán unas planchas sobre el suelo de madera para nivelarlo y luego un suelo. Me cuesta un poco entender que, las paredes, las harán de Pladur(tm). Aquí la marca comercial tiene otro nombre. Después, mientras sigo bajando la cerveza, pasamos a discutir acerca de la sauna. Uno de los puntos candentes es si la estufa va junto a la entrada o al fondo.
Dos horas después, hace ya rato que me he terminado la cerveza y estoy de bajona. Lo divertido que era hace una hora discutir con mi suegro, ahora mismo se me está haciendo pesado. A veces pienso que no vale la pena beber alcohol: demasiado subir y bajar. Un rato después llega Daniela. Nos ponemos al día y después recogemos los bártulos y nos marchamos a casa. La conversación con mi suegro se queda en un momento álgido, cuando se interesa por lo que hice como ingeniero en Regensburg y le cuento que el trabajo estaba genial pero que personalmente me iba muy mal. Le digo que, en la próxima Betreuung, le contaré la historia. Mi suegro, el pobre, no tiene ni idea del Big Crunch. Se cree que, sencillamente, soy así.
Hoy segunda sesión con Manuel. Ya tengo ganas. Esto lo leeréis el viernes porque estoy escribiendo las entradas el día antes y programándolas para que se publiquen al día siguiente entre las cinco y las seis de la mañana. Esto fue así porque el domingo pasado encontré un rato para escribir y desahogarme. Desde entonces he seguido con el ritmo. La verdad es que me gusta más el escribir y publicar el mismo día. Resulta más fácil mantener un hilo congruente.
¿Cómo vais vosotros? ¿Alguno se ha animado a levantarse antes, o todos los días a la misma hora, o a salir a correr o hacer ejercicio de buena mañana?
Me encantaría saber cómo estáis prosperando, blog mediante.
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