Cerrando la semana

Me siento una vez más a escribir algo para cerrar la semana. De momento, ya tengo el título. A veces viene rodado y a veces me pongo primero a escribir la columna. En fin, esta vez se trata de un popurrí de temas inconexos e irrelevantes, pero es una muestra más de que, poco a poco, Lucas mediante, voy recuperando el ritmo. Vamos allá.

De hecho, esta vez he tomado incluso he tomado un par de notas, pues hay un par de cosas que quería mencionar y que he ido olvidando una y otra vez sin que eso tuviera más trascendencia que mi molestia por darme cuenta de mi repetido olvido.

Por ejemplo: la semana que viene publicaré la entrada número 300 de esta nueva etapa.

Trescientas entradas, que se dice pronto. Eso son unas cuantas páginas. Y pronto, si os lo seguís currando, llegaremos a los mil comentarios. También son unos cuantos. El blog sigue sin embargo perdido en Internet y completamente irrelevante y, probablemente, sea lo mejor.

Otro ejemplo: el spam impenitente.

Desde hace un par de meses recibo en el blog un comentario de spam que se repite una y otra vez. Tiene como diferentes autores y diferentes emails de correo, pero siempre el mismo mensaje:

“Muchas gracias. ?Como puedo iniciar sesion?”

Recibo, cada día, unos diez de estos. Es algo increíble. Y somos muchos, por lo que he podido leer.

El filtro de spam lo detecta bien y lo manda a la carpeta de spam, pero cada día tengo que entrar y vaciarla. Poco más puedo hacer, salvo lo que ya he hecho: meter la cadena “?Como” entre las palabras que hacen que los comentarios vayan directamente a la papelera. Ahora no me aparecen en la carpeta de spam sino directamente en la papelera. No es gran cosa, pero algo tenía que probar. Y siendo que es spam de tomo y lomo, por lo menos va directamente a la papelera. Al menos a nivel metafórico es un gran paso.

Esta mañana he vuelto por fin a terapia después de tres meses. Por la mañana me he levantado compungido y me he puesto a llorar de nuevo durante el desayuno y luego, más tarde, y ya en terapia, me he puesto a llorar una vez más. Joder, cada vez lo hago mejor. Cada vez me resulta más fácil. Y me quedo tan bien después…

¿Ves? Este es un ejemplo de síndrome de impostor.

Hace unos meses me planteé ofrecer, desde este sitio, sesiones de terapia o, más bien, de consultoría vital. Pero yo todavía estoy yendo a terapia, así que se me hacía algo extraño ofrecer algo así. De este modo, aunque no lo promociono, seguí ofreciendo el servicio, pero cada vez que en mis escritos diarios llegaba a la parte en que me tocaba, de manera natural, mencionar que había ido a terapia, o que me tocaba ir, o similar… me lo saltaba. Lo soslayaba. Dejaba de ser natural para ser forzado, manipulado, micro-gestionado, que se le llama a esto. En cualquier caso, falso. Al menos más falso de lo que, de otro modo más honesto, podría ser. Y el otro día, cuando volví a hablar francamente de la terapia… joder: fue un alivio.

Sí, es una cosa tal vez pequeña, pero es una cosa molesta. ¿Para qué? Básicamente, y como suelen ser estas cosas, para protegerme. Y eso está bien y es encomiable, pero seguro que lo puedo hacer mucho mejor.

Así que hoy fui, y hablé de mis cosas, y lloré y me alivié. Y estuvo bien y volví a avanzar en mi recuperación y volví a prosperar un poquito más. Y se siente mucho mejor. Y lo que tenga que ser, será.

Por lo demás, poco más.

Este fin de semana, gran premio de Fórmula Uno en Imola. He leído que han ampliado la zona de DRS, lo que le vendrá bien al gran premio, que el año pasado se quejaron de que era muy difícil adelantar. Y también he leído que hay un 85% de probabilidad de lluvia, que suele animar la cosa. El año pasado, en Turquía, entre el agua y el asfalto nuevo y aceitoso, se hizo con diferencia el mejor gran premio del año. Deberían hacerlos correr con ruedas de madera.

Espero que tengáis muy buen fin de semana y confío en que nos volvamos a encontrar el lunes y vaya asentando de nuevo el ritmo diario de publicación.

Comentarios

Deja una respuesta