A Lucas le han puesto hoy su primera inyección: un cocktail de seis vacunas diferentes. Yo, de rebote, me he llevado lo que, según mi hermana, se conoce como “la trivalente”: tétanos, tos ferina y otra cosa que ya se me ha olvidado. Lo llevo bastante bien, pero él ha estado llorando un par de horas. Ahora, por fin, se ha tranquilizado, y su madre ha aprovechado el primer día de algo parecido a la primavera para salir a dar una vuelta. Yo, que ya he tomado bastante aire por hoy, me quedo y continúo informándome para convertirme en un mejor padre. Hoy seguimos profundizando en el segundo mes.
Los hay anti-vacunas. Nosotros somos más bien pro-vacunas. Recuerdo algunas de las enfermedades que pasé cuando era niño y oye, si mi hijo se las puede ahorrar, pues mejor. No hace falta que le salgan ampollas purulentas por todo el cuerpo y que se pase una semana en la cama con dolores. Y el tétanos, joder. Como para tener el mínimo interés es tener algún tipo de relación con algo así. Nada, un pinchazo y a volar. Un pinchazo y a llorar, más bien.
A mí me han dicho que no haga ejercicio hoy. Ante la pregunta de si el yoga es ejercicio, que no perdono ni una sesión, la doctora ha respondido que sí, pero que ya veré. Me ha recordado la vez en que por la mañana doné sangre y por la tarde salí a correr y me dio un pipirijate serio. Pero vamos, cuando termine con esto, me lo pienso otra vez.
Sin más, vamos ya con el tema de hoy:
Mes 2: El sinsentido de las comparaciones
Hemos hablado mucho de desarrollo a lo largo de estas Cartas a los padres. Usted mismo se habrá dado cuenta con júbilo de los diferentes logros del desarrollo de su bebé. Quizá haya tenido usted encuentros con otros padres que hayan mencionado que “su bebé está más avanzado o desarrollado que el suyo” (Nota del autor: esta gente no ha pensado en la pandemia del coronavirus). Por cierto, un día se vacunará a los bebés del tétanos, la tosferina y el coronavirus.
El caso es que usted seguramente se habrá dado ya cuenta de que, como adultos, recibimos una buena cantidad de consejos no solicitados. Esto vale para su bebé y para cualquier otra cosa en la vida.
Cada uno parece ser un experto en cuidado y educación infantil. No se deje molestar ni por comentarios ni por comparaciones, sino aprecie la intención positiva tras los mismos. El desarrollo de los bebesitos obedece a una amplia y variada paleta de posibilidades. Todos somos únicos y diferentes.
Los bebés no sólo se diferencian en su desarrollo en el tamaño y el peso, en cómo berrean, en su mímica y en cómo se mueven, sino también en la velocidad de desarrollo, y estas diferencias pueden ser cada vez más grandes a lo largo del proceso. Cada comportamiento surge en un momento diferente para cada bebé y de una manera particular.
En las revisiones médicas le dirán, y le darán seguridad, acerca de si su bebé se desarrolla de una manera sana.
Si su bebé nace con alguna “limitación” o particularidad especial, las comparaciones con otros bebés le resultarán especialmente dolorosas. Deje ir los deseos y expectativas que usted se plantea para su bebé y acéptelo tal y como es. Lo más importante es el día a día y la relación cotidiana que usted desarrolle con el bebesito.
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