Bien. Como habréis podido imaginar, el pasado día 19 de Enero nació por fin mi hijo. La cosa nos pilló de sopetón, supongo que como deben de pillar estas cosas, y especialmente a mí, que suelo vivir en mi propio mundo de fantasía paralelo a la realidad. Aunque, precisamente por eso, el trance se me hizo bastante corto. Mi estrategia también tiene sus ventajas, de ahí que la use. El caso es que, desde ahora, somos tres aquí.
Me gustaría ir a través de todos y cada uno de los acontecimientos que han tenido lugar en los últimos diez días, desde el parto hasta la vuelta a casa, pasando por la estancia hospitalaria. Pero eso es, sencillamente, imposible.
Los últimos días han sido vertiginosos: test de coronavirus, viaje al hospital, parto con complicaciones, estancia prolongada en el hospital, vuelta a casa… Ha sido una sucesión interminable de experiencias enormemente significativas, satisfactorias y a la vez agotadoras más allá de lo que creía posible. Valga simplemente esta entrada para decir: sigo vivo.
De hecho, estoy escribiendo esto mientras intento volver a entrar en el curso de orientación laboral. Se me ha caído la conexión y estoy a la espera de que la profesora me deje entrar en el grupo, cosa que, a juzgar por los diez minutos de espera que llevo, no parece que vaya a tener lugar.
Mencionar que hoy, por primera vez en diez días, he podido dormir más de cinco horas del tirón. Todo lo que me habían contado alguna vez y que nunca quise creer acerca de la dureza de tener un bebé… es verdad.
Y poco más. A medida que en los próximos días continuemos creando y afianzando la nueva rutina casera y nos vayamos organizando mejor, iré actualizando esto con las últimas novedades. Ahora mismo, cuando tengo una hora libre, la dedico a dormir.
Espero que mientras tanto hayáis estado muy bien. Nos encontramos en el próximo post.
Responder a Silvia Cancelar la respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.