Un poco de algunas cosas

Esta mañana está siendo algo rara. Me desperté antes de que sonara el despertador. Daniela me dijo que había dormido mal y se quedaba un rato más en la cama. Le respondí que tranquila, que me iba a correr. Me levanté, me puse las zapatillas y salí a la calle.

Estaba nublado otra vez. El día comenzaba de nuevo en las calles del barrio, aunque me da la sensación de que la gente madruga poco por aquí. A las siete de la mañana hay muy poca actividad callejera: algunos obreros llegan a la obra, algunos vecinos sacan los perros a pasear, la panadería ya ha abierto… pero poco más.

Troté de una manera suave durante unos quince minutos, bajando hacia el río y girando antes de llegar a la catedral. Luego emprendí la vuelta con algo de dolor en la cadera izquierda.

Llevo año y medio largo dándole la vuelta a los hombros. En un cierto punto de la espalda, en la parte alta del pecho, siento un nudo bestial que se retuerce tanto y tira de tal manera que siento las articulaciones de los hombros rotadas más de noventa grados, cada hombro en una dirección. Mi columna vertebral, incluso después de haber gastado prácticamente todo el dinero que tenía en terapias fisiológicas de varios tipos y haber practicado unas 1.500 sesiones de yoga en seis años, está retorcida como un ocho. A medida que regresa a su forma original, muchas cosas se mueven por el camino. Además de los dolores habituales, hoy me toca un dolor sordo y profundo en una vértebra torácica. El dolor, como otras veces, es incapacitante. No tengo ganas de nada, salvo de sentarme aquí y escribir. ¿Cómo voy a trabajar así? Me siento triste, profundamente triste, pero las lágrimas no terminan de salir.

Menuda fiesta. Me gustaría escribir otra cosa, pero es lo que me sale. Miro el contador de palabras: poco más de trescientas. Vaya mierda.

Ayer pasé gran parte de la jornada no laboral trabajando en la página. Encontré un tema similar al original de antaño de ESDLV, con tres columnas. Había que retocarlo de arriba a abajo para dejarlo a mi gusto, pero al menos funcionaban adecuadamente los comentarios y aparecía un enlace para responder en cada uno de ellos. Después de un par de horas de bregar con el tema, decidí volver al actual y tratar de resolver el asunto de los comentarios, pues me gusta mucho cómo luce. No tiene barras laterales, pero tal vez no las necesitemos.

También estuve releyendo columnas antiguas. Las encontré en la wayback machine del Internet Archive, donde se puede acceder a páginas de páginas web que ya no existen aunque, básicamente, lo que se encuentran son restos fragmentados. Pero mucho menos da una piedra, así que gracias, Internet Archive.

Estuve tentado de poner un enlace a esta pieza de arqueología internetera. Hasta creé una página de recursos en la que lo incluí, pero luego me arrepentí y lo quité. Me daba vergüenza leer algunas de las cosas que escribí hace ya quince años. Pero oye, supongo que cualquiera que escribiera muchas cosas hace quince años tiene algunas de las que arrepentirse. Eso es humano. Así que pondré un enlace a antiguas historias. Tal una vez una selección de lo más leído fuera algo valioso.

Luego pensé que, de cara al posicionamiento de este sitio, convendría que estas historias estuvieran contenidas en este sitio, así que me dije que podría recuperar la copia del antiguo blog que tengo en el disco duro del ordenador antiguo y colgarla en este wordpress de alguna manera que ignoro, pues se trata de contenido estático y me pregunto cómo lo puedo poner bajo una instalación de wordpress. En fin, otro dilema de desarrollo del sitio.

También se me ha ocurrido abrir una página con una relación de los ajustes que le quiero hacer a la página, y también daros una oportunidad de señalar y sugerir cambios que podríamos hacer para que diera gusto estar aquí y leer las cosas y navegar las páginas. En fin, muchas cosas que pensé. A ver cuántas hago.

Con esto ya llevo dos terceras partes de estas páginas matutinas de hoy.

Miro por la ventana. Los árboles del patio interior se yerguen esbeltos alzando sus ramas hacia el cielo. En los extremos de sus curiosas ramas, penachos de hojas se sacuden ligeramente con el viento. Es un nuevo día gris, y llevamos unos cuantos aquí. Los pájaros trinan casi estruendosamente. Zwitschzern, llaman aquí a trinar. He repetido la palabra unas cien veces y se me sigue luxando la lengua. Once letras y tan sólo dos vocales. Lo haces en el Scrabble y te sacan a hombros.

Anteayer, cuando me estaba angustiando con que no avanzaba con los asuntos del Bundesagentur für Arbeit, terminé haciendo de tripas corazón y abriendo el sobre más grande que me habían mandado. Además de algunas páginas informativas, venían dos grupos de hojas grapados e idénticos. Son documentos que tengo que remitir a las dos últimas empresas en las que trabajé para que puedan computar el dinero que voy a recibir por el desempleo, así como la duración de esta prestación.

Primero decir que muchas gracias a la sociedad alemana, y a las sociedades europeas en general, por esto de la prestación del desempleo. Yo sé que eso sale de vuestros bolsillos y lo aprecio y me viene muy bien, y os doy las gracias por ello. El día que me despidieron, volviendo a casa, reflexionaba acerca de esto y me sentía muy agradecido. Me crucé con dos mujeres que conducían un grupo de niños por la acera e imaginé que serían profesoras de parvulario, que tenían un sueldo y que pagaban impuestos, y que una parte de esos impuestos iba a mi bolsillo en estos tiempos especialmente difíciles. Me sentí tan agradecido que casi se me saltan las lágrimas. Así que a ti, que pagas impuestos, que contribuyes con tu dinero al apoyo de otras personas que atraviesan dificultades, gracias. Eso se nota y se agradece.

Y ahora me queda la parte en la que contacto con mi antigua empresa y les pido que me rellenen estos formularios. La anterior firma, en la que estuve conduciendo coches durante medio año, me los dio rellenos al terminar nuestra relación. Eso que me ahorro.

Y ya está; listo por hoy.

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