Un hito informático

Martes por la mañana para ti. Para mí es lunes por la mañana porque ahora mismo tenemos una columna en la recámara de este sitio. Empieza la semana, y vamos a empezarla con fuerza por practicar. Una semana más con mi padre en el hospital. Me gusta esa cita de que “When the road gets though, the though get going”. ¡Vamos allá!

Ayer hablé con mi hermana de nuevo. Le había tocado el médico pesimista esta vez, el que mira más allá de la neumonía. Mi hermana y yo nos centramos en el escollo que mi padre parece estar superando; lo que venga detrás, vendrá detrás. De momento, los antibióticos están funcionando y todos los órganos de mi padre están aguantando el tirón, así que vamos a darle una oportunidad.

Al parecer existe una limitación para el tiempo que se puede estar entubado: una semana más. Después de ese tiempo, el tubo da más problemas que soluciones y entonces el siguiente paso consiste en realizar una traqueotomía. Los médicos lo ven muy fácil y es una pequeñez, a diferencia de lo que yo me imagino.

Una vez, nuestro profesor de matemáticas en la escuela nos contó algo de una traqueotomía de emergencia con un boli BIC. Si hay una urgencia, le quitas el capuchón al boli, apuntas a la tráquea y, con la punta, haces un orificio en la misma. Suena horrible, pero puedes salvar una vida. De lo que más me alegro de todo esto es de que nunca tuve que ponerlo en práctica. Primero intentaría una maniobra Fenwich de esas. No sé cómo se hace, pero intentaría cualquier cosa antes que lo del boli.

Pero al parecer, en un contexto hospitalario, una traqueotomía es pan comido y, lo que más me anima, es que entonces mi padre ya estaría entonces consciente y podría hablar con él. Pero, más allá de eso todavía, lo que más me alegra es que entonces podría él tomar una decisión sobre su propio destino. Podría hablar con los médicos y aprender acerca de lo que le espera y decidir si quiere afrontarlo o no. Todo esto tendría lugar, hipotéticamente, en el plazo de máximo una semana desde hoy. En cualquier caso, hoy me toca de nuevo hablar con mi hermana para el parte diario y la ración de lágrimas al colgar el teléfono.

Mi hermana me dijo que había hablado con la médico y que yo le podía enviar un mensaje de audio a mi padre que luego mi hermana podría reproducirle poniéndole el móvil junto a la oreja. Me alegré mucho de poder hacerlo, aunque después quedó la parte en la que, efectivamente, tuve que enfrentarme al trago.

Grabé un mensaje de unos cinco o seis minutos haciéndole una recapitulación de la situación, contándole cómo lo estaba viviendo yo y cómo y por qué estábamos mi hermana y yo tomando las decisiones que estábamos tomando. Rompí a llorar dos veces durante la grabación, pero me alegré mucho cuando la hube terminado.

Le dije que ojalá pudiéramos pasar un verano más juntos; que, si lo lograba, Daniela y yo nos tomaríamos uno o dos meses para viajar a estar con él junto con el “bebesito”.

Ojalá se nos conceda ese deseo.

Hablar de cualquier otra cosa a partir de aquí me suena un poco vacío y sin sentido, pero voy a continuar con un par de logros mundanos de este fin de semana: colgar un par de lámparas.

Aunque he visto algunos capítulos de Bricomanía, son pocas las veces en que me he puesto manos a la obra. Esto podría describir muchas facetas de mi vida. Compré un taladro, pero lo he usado un par de veces.

Sin embargo, desde que me di cuenta de que nadie nace enseñado y de que se aprende haciendo, me he animado mucho a probar cosas nuevas y a romper lo que haga falta por el camino.

Este fin de semana, con ayuda de Daniela, por fin pusimos una lámpara en el comedor. Con asistencia telefónica de José Pedro, que al parecer es un manitas de cuidado, conseguí poner una lamparita sobre el espejo del cuarto de baño. Sólo hemos necesitado año y medio: un año y cinco meses para encontrar una lamparita lo suficientemente bonita para Daniela y un mes para animarnos a ponerla. Con algunas indicaciones, el proceso resultó bastante sencillo aunque laborioso.

Además de eso, el viernes por la tarde cambié los colores de los enlaces de este sitio. El azul oscuro que había entonces se confundía demasiado fácilmente con el negro y estaba buscando un color que destacara más. De entre los que hay en la ecléctica paleta de este sitio, terminé dándome cuenta de que el único que podría funcionar era el rojo, así que me decanté por él. Contrasta un huevo y es un cambio fuerte, pero creo que podremos acostumbrarnos.

Además de eso terminé de crear la página de producto de El Diario de Nantes y modifiqué la página de productos del sitio para hacerle un hueco junto a El Diario Teutón, pudiendo probar por fin el bloque de columnas del editor de WordPress: Gutenberg. El resultado ha quedado bastante bien. De momento no le voy a dar más bombo que este mientras me centro en la lectura en el podcast de El Diario Teutón.

Esta semana me gustaría liquidar el asunto del ordenador nuevo. Me voy a decantar por un i5 (¿i6?) con 16 Gb de RAM y una tarjeta gráfica decente. Me dio por mirar en Amazon y encontré mejores precios que en Mediamarkt, así que voy a tener que investigar todavía un poco más el asunto.

Con el ordenador nuevo vendrá también una cámara de estas que se pinzan sobre el monitor y empezaré a explorar el asunto de las videoconferencias. Si os apetece, podemos hacer algo juntos para ir probando. También contemplo hacer entrevistas para el podcast, así que id preparándoos.

Y con esto me voy a despedir. Os dejo con la primera foto de una serie de tres o cuatro del atardecer de ayer sobre el Starnbergersee.

Pero antes de eso, mencionar el hito informático que he logrado este fin de semana.

Por primera vez en… yo que sé, ¿mi vida?, he logrado pasar el fin de semana entero sin encender el ordenador.

Impresionante. Muy impresionante.

Puesta de sol en el Starnbergersee

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