Tormenta veraniega

De alguna manera tengo que empezar. El título no es representativo de todo lo que quiero contar, pero… ¿qué lo sería? En cualquier caso, lo importante es sacar la columna adelante, así que vamos allá.

Hace unos años escribí las Páginas Matutinas. Hasta entonces, encontrarme con bloqueos artísticos era algo relativamente frecuente. Nueve meses escribiendo tres páginas cada día, eso me quitó prácticamente cualquier bloqueo. Ahora, en el tal momento como hoy, a última hora de la tarde, aprovecho que Daniela y Lucas se han quedado roques en el sofá para echar las líneas del día.

Me gusta escribir. La verdad es que lo disfruto. Media horita diaria es algo que echo con mucho gusto. Lo encuentro relajante. Saber que además hay gente que lo disfruta, eso es un plus y una satisfacción.

Hoy hemos vuelto al lago. A las diez de la mañana ya estábamos allí. Martes, mucha menos gente que el viernes pasado. A eso de las cuatro, las nubes se han terminado de condensar y de ennegrecer y nos ha pillado el granizo llegando al coche. Primer chaparrón del Luqui.

Hoy el agua estaba menos fría. No sé si es que estaba menos fría o es que, como llevo dos semanas duchándome con agua fría, se me está reajustando el termostato.

El casero va a cambiar la caldera aprovechando nuestra salida. El artefacto tiene ya casi veinte años y, hace un par de semanas, de pronto dejó de calentar el agua. El técnico nos aclaró que era la bomba.

La bomba costaba 300 euros. A ello había que sumarle la mano de obra. Daniela y yo lo hablamos y, siendo que nos quedan seis semanas y que ha llegado el buen tiempo, decidimos ahorrarle un buen pico al casero y ducharnos el resto del tiempo con agua fría. Es toda una experiencia.

Más de dos semanas después, me estoy acostumbrando. Lo encuentro muy refrescante, especialmente en estos días de más de treinta grados. Un buen duchazo por la mañana me deja listo para la acción. Daniela se ha quejado a menudo de que mis duchas eran muy largas. Pues bueno; ahora son muy cortas.

Acabo de leer un artículo acerca de unos científicos que están desarrollando una teoría matemática para modelar la consciencia, y proponen que el Universo podría estar consciente. De hecho, dicen que hasta la materia inerte podría estar consciente. Llevo ya algunos años pensando en eso.

Para mí, todo está vivo. No en términos técnicos de la palabra “vivo”, ya me entendéis, pero sí de una cierta manera. Todo, de alguna manera, nace, vive y muere reintegrándose al todo. El Universo es una máquina de reciclaje infinito. Así que bueno, no me extrañaría nada que las cosas también estuvieran conscientes. ¿Por qué no habrían de estarlo? Si una piedra no tiene nada que hacer, qué menos que que esté consciente, ¿no?

Para mí, en el centro de cada cosa, hay un agujero negro. En cada ser y en cada cosa. Piensa un momento: ¿adónde va toda la información que recibimos? ¿Adónde va todo lo que vemos, lo que oímos, lo que sentimos? Pues tiene sentido que vaya a una especie de sumidero de información. ¿Qué es un sumidero de información? Pues un agujero negro, por ejemplo.

Pero bueno, estas son cosas muy filosóficas, y ya oigo al Luqui volviendo a la consciencia al otro lado de la puerta.

Sigo avanzando con la aplicación de finanzas, aunque ayer tuve un momento en el que la frustración era tan grande que salí escaldado. Apagué el ordenador y me fui a dar una vuelta.

Pero conseguí inicializar la base de datos. Lo arreglé con el método que comenté del ensureInitialized(). Como la seda. Desde ahí pude guardar algunas entradas en la base de datos y también modifiqué la clase para que guardara también un objeto DateTime. Me llevó un poco encontrar la manera, pero era sencillo.

Ahora estoy atascado en la siguiente pantalla, que consiste en recuperar las entradas en la base de datos y mostrarlas en forma de lista. Mencionar que también he avanzado en la navegación en la aplicación, creando un menú inferior con el que pasar de una pantalla a otra. Flutter está realmente muy chulo.

Tal vez otro día os cuento más del atasco, del por qué y de cómo solucionarlo. Hoy lo voy a dejar aquí, que ya estoy tentando a la suerte.

¡Que estéis muy bien!

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