Como no me podía estar quieto, tenía también que probar Gnome, no fuera a ser que me estuviera perdiendo algo. Como no podía instalarlo a la primera y hacerlo sin sustos, al parecer seguí unas instrucciones “cojas” y me encontré, tras un reinicio, con que no arrancaba el servidor gráfico. Tras algunas investigaciones e instalaciones suplementarias posteriores, conseguí arrancar Gnome. Aquí mis primeras impresiones.
Mejor terminado
La primera impresión es que está mejor terminado que KDE. Las cosas parecen estar mejor ensambladas. Todo tiene un diseño muy personal y redondo y parece estar pensado más en su conjunto dentro de una filosofía muy particular. Difícil decir menos diciendo más.
Menos posibilidades de configuración
Así, de entrada, me parece que se le pueden hacer muchas menos perrerías, aunque he visto que se pueden redefinir muchos atajos. Me propongo ajustarme al entorno de ventanas esta vez en lugar de al revés. Llamémoslo “desarrollar la plasticidad cerebral”.
Mejor integración de aplicaciones GTK
La aplicación del pomodoro; Typora, que está basado en GTK… En fin, estas aplicaciones están hechas para GTK y, hacerlas rodar en KDE, aunque se puede, no es lo suyo. Y eso se nota.
Escritorios en vertical
Algo que me ha llamado mucho la atención es que los escritorios virtuales se organizan en vertical, y a van apareciendo a medida que se van llenando los anteriores. Suelo tener cuatro y suelo tener una organización fija para los mismos. Por ejemplo, Spotify va siempre en el cuarto. Esto es una historia diferente.
He visto que este comportamiento se puede modificar con una extensión, pero lo quiero probar un poco más para probar cómo me acostumbro.
El clásico panel de aplicaciones de Gnome… se fue.
Una de las cosas que más me ha sorprendido es encontrar que ha desaparecido el clásico panel de aplicaciones que se encontraba en la parte izquierda de la pantalla. Similar al de Mac pero en esta otra ubicación, me parecía mucho mejor situado que el de la manzana. Siendo que los monitores son más anchos que largos, tener un “dock” en la parte inferior de la pantalla que limita el espacio vertical disponible para las aplicaciones todo el tiempo me parece una decisión sencillamente muy cuestionable. Aunque rompe la simetría de la pantalla, mucho mejor en un lateral.
Ahora, al parecer en las últimas versiones de Gnome, este panel… se ha ido. Aparece de nuevo al llamar al invocar ese… ¿modo?… llamado “Actividades”, pero ya no está ahí todo el tiempo. Ok, interesante.
La barra de tareas
En la parte superior… ¿la barra de tareas? ¿Cómo llamamos a eso?
Me gusta su aspecto. Sencillo, elegante. A la izquierda tiene el menú de actividades y el menú de la ventana actual. En el centro, la hora y fecha, y también desde ahí aparecen las notificaciones. A la derecha, algunos iconos: red, teclado, ubicación… Al parecer, los que no están ahí, se esconden en un menú oculto en la parte inferior izquierda de la pantalla. De casualidad los he encontrado.
Recapitulando las primeras impresiones
Estas son sólo algunas primeras impresiones de este primer uso de Gnome.
En general, me gusta. Está bien acabado, bien pensado, y se aleja de las convenciones habituales del gestor de ventanas de Windows. Hace las cosas muy a su manera, y eso es al menos atrevido.
Después de un par de semanas de uso os comentaré qué tal más en profundidad.
Y hasta aquí este artículo de hoy, cogidito con pinzas y sin más.
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