Miscelánea de estabilización

Como estoy en eso de que estoy empezando una fase de estabilización, qué mejor que una miscelánea de temas que sirvan a ese propósito. Me gusta la idea de la fase de estabilización. Mi nuevo grupo ya me está sentando bien. Aquí es donde añadiría algo acerca de lo mal que lo pasé ayer, donde lloré un par de veces después de ahondar en la amnesia post-BigCrunch. Pero mira, me voy a saltar esa parte en pro de la estabilización. Vamos allá.

Últimamente estoy experimentando un creciente interés por la fotografía, tanto que estoy mirando cámaras de principiante. Lo que se lleva ahora, por lo que he podido ver, son las cámaras mirrorless.

Este curioso nombre viene dado por el hecho de que, a diferencia de las cámaras réflex, que son las que lo han estado petando hasta ahora, carecen de espejo. Vi un vídeo acerca de las diferencias, pero Doris, una amiga de Daniela, tiene una y me la estuvo enseñando hace un par de semanas.

La diferencia principal, por lo que pude entender de su fuerte acento del norte de Baviera, que aquí hay acentos hasta regionales, es que el resultado de los ajustes se puede visualizar directamente en la pantalla en tiempo real. Entiendo muy poco de todo esto, como se puede apreciar, pero con eso me quedé.

Sé algo de fotografía. Hace muchos años mi padre me regaló una cámara antigua suya, una Werlisa. Mi padre decía que era muy buena marca y que hacía muy buenas fotos. Aprendí cosas acerca del enfoque, la profundidad de campo, la velocidad de obturación, la apertura del diafragma… Había que hacer las fotos, llevarlas a revelar y esperar una semana para ver el resultado. Ahora, con estas cámaras sin espejo, haces los ajustes, apuntas y ves en la pantalla cómo quedará la foto. La tecnología avanza que es una barbaridad.

Y yo iba de camino al grupo de estabilización y cruzaba por encima de las vías del tren.

Saliendo de la estación central de Múnich se desparraman las vías. Hay muchas. El cielo estaba oscuro, con enormes nubes rompiéndose lentamente sobre el cielo, negras y pesadas. De pronto, se abrió un claro y salió una luz ciertamente especial.

Crucé el enorme puente pasando junto a un gran edificio acristalado coronado con la estrella de la marca automotriz Mercedes. Las cristaleras reflejaban la luz que salía a chorro de entre las nubes negras y pesadas. En aquella extraña y mágica atmósfera, aquello era un espectáculo de ver. Me imaginé que llevaba una cámara con un trípode y hacía algunas fotos de los rayos del sol reflejándose sobre el costado del edificio. Unos pasos más adelante, otra cristalera sobre la que se reflejaban los coches al pasar. Al fondo, tras los reflejos, un floreado jardín interior que recibía los extraordinarios rayos de sol.

Las navidades pasadas iba buscando un dron. Quería empezar a salir de casa como parte de mi proceso de recuperación y me di cuenta de que una motivación me ayudaría. Por ejemplo, si tuviera un dron, estaría deseando salir a volarlo. Afortunadamente no tuve ni que hacer el desembolso, pues el marido de mi prima me prestó generosamente el suyo incluso para traérmelo a Alemania. Durante meses, salir a volar el dron fue una gran motivación para mí que me sacó de casa mucho más a menudo y de mucho mejor humor. El dron funcionó: sirvió a su propósito.

Han pasado ya un par de meses. Estoy mejor. Ya no necesito un dron para salir de casa, especialmente ahora que empieza a hacer bueno. Lo tengo en un rincón y me da pereza cargar las baterías y llevármelo a cuestas. El domingo salimos a pasear por el lago y lo dejé en casa. Pesa, hace ruido, molesta y llama demasiado la atención. Hice algunos vídeos con el dron (mi favorito), lo disfruté. Salí de casa y seguí recuperándome. Espero poder devolvérselo a su dueño por fin este verano.

Ahora estoy con la cámara. ¿Es la cámara el nuevo dron? Pues mira, es altamente probable. Pero el dron sirvió a su propósito y la cámara podría seguir sirviendo a ese mismo propósito: sacarme de casa y hacerme llevadero y asequible y algo para disfrutar el estar en la calle. También es algo en lo que enfocarme. No puedo acabar este párrafo sin congratularme por el por los pelos traído juego de palabras.

Pero, ¿qué tal si empiezo haciendo fotos con el móvil? Pues mira, no es lo mismo.

Últimamente he tenido momentos en los que he dicho “Qué pasada de luz, qué bonito paisaje, tengo que hacer una foto” y he sacado el teléfono del bolsillo, he hecho el encuadre, he mirado la pantalla, he mirado el paisaje.

He apagado el teléfono y me lo he metido en el bolsillo. Verlo con mis propios ojos era incomparable.

Nada me garantiza que esto no me vaya tampoco a ocurrir con una cámara mejor, por muy mirrorless que sea.

Pero me serviría para hacer fotos y compartirlas en el blog y dar algo más de vida a estas páginas. Pues sí.

¿Y qué tal quizá encontrar una aplicación que me permita ajustar los parámetros de la cámara del móvil y tener un poco más de juego? ¿Y qué tal quedar con Doris y que me deje la cámara y hacer unas fotos y jugar y probar? Eso serían soluciones intermedias que no requieren que me gaste varios cientos de euros que tienen un futuro incierto.

Y en fin, en eso estoy. Iba a ser una miscelánea de temas de estabilización pero estoy acabando la columna y me he quedado dentro de la fotografía y de la negociación conmigo mismo.

Preguntándome de qué más me gustaría hablar antes de acabar, mencionar que han aparecido por las calles de Múnich anuncios del último gran lanzamiento para Playstation 4: “The last of us: part II“. Seguramente no lo juegue nunca, pero he disfrutado de ver los vídeos del juego y seguir su lanzamiento. Un derroche técnico y artístico verdaderamente impresionante para uno de estos videojuegos que están llegando últimamente y que son películas que se pueden jugar.

Dejo el tráiler aquí. Ojito porque el juego es violento de cojones, así que puede herir la sensibilidad del espectador pero vamos, a base de bien.

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