Esta mañana salí a correr de nuevo. Vaya, lo echaba de menos desde que ayer tuve que hacer pausa obligada que aproveché para hacer la colada deportiva. Hoy, con ropa fresca, salí al trotar al fresco.
Algo de viento gélido, sacudiendo unos finos copos de nieve en el ambiente. Me encontré al vecino maniobrando el coche a la vuelta, así que hoy he adelantado la alarma matutina cinco minutos más. Después de levantarme ayer a las seis de la mañana, hacerlo hoy poco antes de las siete ha sido de lo más fácil.
Carrera y una media hora de meditación.
Os recomiendo la alarma que estoy usando. Me está gustando mucho. Uso la versión para Android e ignoro si hay para iOS.
La aplicación se llama Wakening. Es un reloj despertador con algunas particularidades y que tiene muchas ventajas con respecto a la alarma que viene con mi teléfono móvil:
- Permite despertarse con luz: Va iluminando la pantalla poco a poco con un color elegido.
- Permite despertarse poco a poco: Se puede definir un rango de tiempo para el que tanto el sonido como la luz van increscendo. Yo lo tengo en diez minutos.
- Tiene diferentes melodías especialmente suaves: Por ejemplo, yo me despierto con el sonido de las olas.
- Tiene una especie de panel de control: Una vez definida la alarma, la muestra junto con algunos botones de utilidad. Tiene tres: +5 minutos, -5 minutos y saltar. Los dos primeros permiten modificar la alarma hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, y el último permite saltar la próxima alarma.
Estas son las cosas que más aprecio de la aplicación gratuita. ¡Gracias desde aquí al autor!
Así que poco a poco voy adelantando la hora de levantarme, según el plan.
Ayer tuve la entrevista telefónica con la empresa de alquiler de coches. Fue interesante.
La mujer me llamó a las 3:04. Habíamos quedado a las 3:00. Eso es tarde para mí. A menudo soy más alemán que los alemanes. Pero bueno. Estaba preparado para la entrevista.
—¿Cuándo se sacó el carné? —preguntó la mujer.
Vaya, esa no la esperaba.
—Un momento, que tengo que buscarlo.
Fui a la cómoda, saqué la cartera, saqué el carné. Mis pupilas todavía estaban dilatadas, así que las diminutas cifran aparecían borrosas en mi campo de visión.
—Un momento, jajaja, que vengo del oculista y me han dilatado las pupilas y necesito las gafas.
Del 93. Madre mía. Llevo la pila de años conduciendo.
—¿Tiene usted puntos en Flensburg?
Aquí funciona al revés que en España. En la piel de toro empezamos con doce puntos y, a medida que cometiéramos infracciones, se van descontando. Aquí empiezan con cero y se van añadiendo puntos. Los puntos se registran en Flensburg, que es la ciudad donde se lleva la cuenta. Es una cosa bien curiosa.
—No, no tengo ninguno.
—Muy bien. ¿Me puede contar un poco su currículum?
—Claro.
Pues mire, yo estudié ingeniería industrial. Estuve trabajando como ingeniero en SiemensVDO en Regensburg entre 2004 y 2008 y luego me volví a España, donde trabajé un poco más como ingeniero y luego me interesé por la psicología y acabé estudiando PNL e hipnosis, y luego abrí mi propia consulta y estuve trabajando con gente. Hace unos años, tras conocer a mi mujer, me volví a Münich y conduje coches en el concesionario BMW en el Frankfurter Ring. Más tarde estuve programando en PHP…
A medida que iba contándoselo a la mujer, pensé:
“Caray, sí que he hecho una variedad de cosas interesantes”.
Como mencioné, mis vértebras torácicas se ensamblaron ayer un poco más. Esto me ha hecho alcanzar un nuevo nivel de, no tanto bienestar, pero sí de reducción de dolor. Ayer me sentía especialmente mejor. Cuando nos sentimos mejor, eso tiene agradables consecuencias emocionales y psicológicas.
Le conté mi vida laboral relajadamente, verdaderamente disfrutando de ello, tomándome el tiempo para respirar entre las frases y disfrutar del proceso de hablar.
La mujer prosiguió:
—Con nosotros tendría seis meses de prueba y luego le haríamos un contrato indefinido…
—¡Caray, seis meses de prueba!
—Sí, pero luego tendría un contrato indefinido…
—Ya veo…
Me pregunté qué hacía optando a esto. ¿Que expectativas de futuro tenía? ¿Cómo me desarrollaría en ese puesto?
—Y le pagaríamos una tarifa por hora. La tarifa está en 10,50€. ¿Esto le parece bien o le parece claramente inferior a lo que esperaba? —preguntó.
—Me parece claramente inferior a lo que esperaba —respondí.
—Ya lo suponía —dijo la mujer—. Bueno, en cualquier caso muchas gracias por su tiempo y le deseo mucho éxito.
—Muchas gracias.
Pensé que podían haber dicho lo que pagaban en el anuncio. ¿Por qué no lo hacen? Me habría ahorrado rellenar el formulario; el primero y el que vino después.
Pero bueno, había ganado un cierto respeto y admiración por mí mismo y por mi trayectoria laboral y mis capacidades. Eso también era valioso. Hace cuatro años había conducido coches por diez euros la hora. Hoy no. Saber eso tenía valor. Era información importante.
Cambio de tercio.
En los últimos días he estado investigando el mercado de auriculares bluetooth. Quiero hacer una inversión y comprarme unos buenos cascos sin cable para videoconferencias y llamadas, así como para disfrutar de escuchar música y podcasts. Pregunté en Facebook y Twitter por consejos y me alegró recibir tantas respuestas, especialmente en Twitter.
Tuve que descartar la gama relativamente alta, por encima de 200 euros, porque se salía de mi presupuesto, y al final opté por quedarme por debajo de 100 euros. Me decidí por unos Mixcder así que tenían muy buenas reviews. Tienen hasta cancelación de ruido, aunque modesta. Me gustó el diseño y los botones, grandes y fáciles de pulsar. En teoría me llegan el jueves, así que siento muchas ganas de poder probarlos.
Y con esto lo dejo por hoy. Mañana más.
¿Tenéis auriculares bluetooth? ¿Qué tal os funcionan?
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