Es lo que tiene escribir cada día, que a veces hay que improvisar. La de hoy, por ejemplo, es la columna sin título. Podría haber sido el jinete sin cabeza, o la cabeza sin jinete. O el cohete que tiró para atrás. Me encanta cuando empiezo a escribir tonterías. Me hace sonreír. Tal vez a eso se referían esos lectores.
Tengo muchos sentimientos encontrados. A lo largo de los años he aprendido a encontrar lo malo en lo bueno. Cuando casi todo lo que tienes es malo, entonces tienes que encontrar lo bueno en eso. Por cojones. A la fuerza ahorcan. A menudo aprendemos cuando la vida nos acorrala, a veces despiadadamente. Cuando nos deja sin salida.
Yo estoy aquí escribiendo, una mañana más, entrando en ese estado que mencionaba antes, en el que lo que escribo me resulta nuevo, en el que hasta yo mismo leo con curiosidad lo que va saliendo del cursor porque no sé lo que va a salir. Es como un juego conmigo mismo. Aprendo a entrar en ese estado de semi-inconsciencia en el que puedo sorprenderme a mí mismo, y aprender a hacer que sea agradable.
Ayer tenía uno de esos días chungos que tengo a veces. En mi tónica ascendente de mejoría general, a veces tengo mis crisis. Ayer fue uno de esos días.
Me estiro y muevo los huesos, los músculos se estiran, aumenta el dolor. Son momentos como cuando tiramos de los extremos de un nudo: el lazo corre suavemente hasta que llega a un punto en el que se atasca, y entonces tenemos que tirar un poco más y con más fuerza antes de que se suelte. Cuando se suelta, el alivio es gigantesco. A menudo es tan grande que me pongo a llorar.
Hoy es el tercer día consecutivo en que el nudo se ha atascado. Sólo tengo que tirar un poco más fuerte, sacudir ligeramente en diferentes direcciones. Sólo tengo que perseverar.
Cuando el nudo se atasca, noto las ganas de llorar. Noto la sensación detrás de los ojos. Noto un decaimiento generalizado. Noto la tristeza. Después de tantos años tan entumecido, es incluso agradable notar eso. Incluso sentir dolor es mejor que no sentir nada.
Si hace unos días creía que me iba a comer el mundo, ayer me sentía como un gusano. Es lo que tienen esos días. Con un poco de suerte podría comerme una manzana.
Me detengo un momento. Entro en contacto con mis sensaciones. Entro en contacto con esa sensación general que me indica cómo he estado en estos últimos treinta años. Siento una especie de nudo enorme, como si todo yo mismo hubiera sido un gran lazo, como si hubiera estado retorcido imposible y absurdamente entre los límites impuestos por mi piel y mis huesos. No puede ser. No puede ser. No puede ser que haya estado retorcido así durante treinta años. Me niego a creerlo. Es imposible.
Explicaría muchas cosas, pero es imposible.
Y a la vez, a medida que me recupero y regresan las sensaciones, ese enorme lazo se va definiendo más y más, y es como si mi cuerpo dijera “Tranquilo, te lo voy a demostrar. Lo vas a ver, lo vas a sentir. Es sólo que todavía no estás preparado”; como si la devastación a la que he tenido que enfrentarme en los últimos seis años no fuera todo, ni mucho menos. Y no me lo quiero creer. Pero a medida que las diferentes partes se destuercen y se enderezan, la devastación se va aclarando y definiendo, y me siento como un país al acabar una guerra: devastado, en escombros. Asolado. ¿Y ahora qué?
Pues eso. Y ahora qué.
Una nueva vida por hacer. En eso estoy.
Una de las primeras veces, tal vez la primera, en que visité a los padres de Daniela, recuerdo que estábamos comiendo. El sobrino de Daniela me preguntó entre bocado y bocado:
—¿Y qué eres de profesión?
—Soy ingeniero industrial—le respondí.
Aquí ingeniero industrial equivale a Maschinenbauer, que significa “Constructor de máquinas”.
—Ah, ¿y qué estás construyendo ahora?
Me detuve un momento.
—Estoy construyendo una nueva vida.
Me encantó la respuesta. Dado que en alemán el concepto de ingeniero industrial es ligeramente diferente, tuve una oportunidad para responder de una manera diferente, de una manera que me sorprendió agradablemente.
Por eso estoy en Alemania, porque aquí las cosas son ligeramente diferentes, y eso me permite responder de maneras ligeramente diferentes y reinterpretar mi vida y a mí mismo. Y es cierto, también, que estoy construyendo una nueva vida, una vida mejor que la que conozco, la vida que me hubiera gustado vivir, y la estoy construyendo sistemáticamente, con la mentalidad de un ingeniero.
Con esto ya me hubiera quedado una columna bastante redonda, pero me quedan todavía algunas palabras más para cumplir el objetivo de hoy.
Ayer grabé un pequeño vídeo de siete minutos; lo que sería una prueba de un episodio piloto de un posible videolog de ESDLV. En él salía yo hablando durante siete minutos. Me sirvió para probar el setting, el equipo (la cámara del móvil), el sonido y qué tal podía mi ordenador soportar la edición. El resultado fue satisfactorio. Se lo enseñé a Daniela.
Le gustó. Lo encontró simpático. Pero también me dijo que iba sobre mí, que era un poco egocéntrico.
Daniela no lee estas columnas. Aunque me apoya en Patreon, tampoco escucha los podcasts. El vídeo fue su primer contacto con lo que hago, y le pareció sumamente centrado en mí. Yo me quedé pensativo.
Es cierto. Soy consciente de ello. Hablo de mí mismo porque es lo que mejor conozco. Mi esperanza es servir de ejemplo, de ejemplo de superación. Mi mensaje, grosso modo, es: si yo estoy superando esto, tú puedes superar cualquier cosa. La vida es como el nacimiento: por muy fea que se ponga la cosa, siempre hay una salida. Los budistas, de hecho, dicen que lo más difícil que hemos hecho en la vida fue nacer. Y seguramente sea cierto.
Ahora, uno de mis propósitos en esta nueva etapa es ganarme la vida con el blog, ganar dinero con el blog. Noto que la vida me va acorralando, y me encuentro poco a poco en la obligación de salir de mí mismo, a medida que lo voy consiguiendo, pues un gran trauma es como un enorme agujero negro que se lo traga todo, para volcarme poco a poco en los demás, para ponerme a vuestro servicio. Si quiero ganar dinero con esto necesito ofreceros un valor a cambio, y cuanto más valor os entregue más dinero voy a percibir. Básicamente, tengo que poder resolver vuestros problemas o ayudaros a resolverlos. La teoría está muy bien pero, ¿cuáles son vuestros problemas? Teniendo en cuenta mis recursos y habilidades… ¿cómo os puedo ayudar?
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.