Empezando el 2022

Después de tres días seguidos saliendo a correr de buena mañana aprovechando los últimos coletazos de buen tiempo navideño, hoy me tomo día de descanso. Y qué bien que lo he hecho así, porque mi inconsciente me ha dado algo más de material del Big Crunch para procesar conscientemente.

Lo anterior lo empecé a escribir ayer. En todo el día sólo pude sacar media hora para mí, como muchas otras veces, pero en esta ocasión opté por practicar yoga porque era necesario.

Me desperté a las cinco y me puse a dar vueltas en la cama con mi típica estrategia de “Hago palanca con los pies y clavo el hombro de esta manera y estiro con la cadera” y, donde otras veces las cosas se movían un poco, ayer se movían mucho. Yo sé que no es fácil explicarlo. De hecho, ni lo voy a intentar. El caso es que, cuando un par de horas más tarde me levanté, mis hombros se habían destorcido tanto que había cambiado la curvatura de mi columna vertebral y el reparto del peso sobre las caderas. El resultado, a efectos prácticos: un dolor punzante en las lumbares. Albricias, hacía tiempo que no lo experimentaba. Esto me retrotrae a Regensperry 2007.

Es ese dolor que está ahí, agazapado, esperando a que hagas un mal gesto para… ¡zas!, latigazo. Desde entonces, ponerme los calcetines, los pantalones o levantar a Luqui del suelo, se ha convertido en un asunto complicado y doloroso.

Además de eso, la liberación que ha supuesto el destorcimiento de la parte superior ha venido acompañada de sus lágrimas. Lo podríamos reducir en lo que me dije por la mañana:

“Vaya puta mierda de vida llena de angustia y dolor”

Tengo algunos recuerdos felices entre que empecé a recordar y que tuvo lugar el Big Crunch. Desde entonces, primero la angustia, y después el dolor, han dado forma a mi vida. Y ya no puedo más. Al menos ayer ya no podía más. Después de unas cuantas lágrimas bien lloradas siempre saco fuerzas de algún lugar interior.

El caso es que Daniela no sólo tiene un bebesito que requiere de grandes atenciones, sino que tiene un marido que, especialmente en estos días bajos, tres cuartos de lo mismo. Así que, en las dos últimas crisis, ya me dijo: “Haz algo”. Lo estoy resumiendo mucho, pero lo podemos poner así.

A lo largo de los últimos treinta años he pasado por una gran cantidad de médicos y terapeutas. Tantos que… estoy hasta el cuerno. Tengo mis meditaciones, tengo mi yoga y, con mis crisis, avanzo en mi consistentemente en mi recuperación. Como decía el chiste “Esta me la acabo”, y me la acabo yo.

Pero claro, ya no vivo solo, así que tengo que llegar a un compromiso, un camino de enmedio. De esta manera he llamado a mi amigo Gonzalo para que me eche una mano.

Conocí a Gonzalo en un taller extra del curso de PNL. Era lector de ESDLV y me conocía del mismo. Me acogió en su casa y yo quedé muy agradecido. Con el tiempo, tuve la oportunidad de devolverle el favor.

Él terminó la formación en PNL y se puso con la Gestalt. Hace poco se presentó por segunda vez a socio didacta de la AEPNL y… se lo crujieron. Pobrecillo…

Pero yo sé que tiene muchos recursos y le tengo confianza. Aprecio su paciencia, su apertura de mente y su creatividad, y la idea es quedar con él una vez por semana por videoconferencia para que me eche una mano con los últimos coletazos del Big Crunch y pueda compartir con él lo que, de otra manera, tengo que compartir con Daniela. Y la pobre ya está hasta el gorro, así que el propósito de esto es alivarla.

Hoy me he levantado mejor, pero sigo dolido de las lumbares. Nueva sesión de yoga para volver a ajustar y, aunque estoy mejor, aquí queda trabajo que hacer. Eso sí; si se siguen destorciendo mis miembros a este ritmo, esto podría ser la recta final. Siete años y diez meses de Uncrunching.

Al margen de eso, gracias al comentario de Adrián de los Jupyter Notebooks, me animé a probar Glide. Resultó bastante straightforward.

Resulta que el notebook en cuestión lo aloja Google y, mediante mi cuenta, puedo acceder a un ordenador virtual en el que puedo ejecutar las instrucciones para preparar los modelos y ejecutar Glide. Me puse con ello.

Es muy sencillo: sólo hay que ir pulsando el “play” de cada bloque de código y ver cómo se ejecuta.

Los primeros bloques preparan el modelo y luego hay un punto en el que se le da el “prompt”, que es la descripción de lo que Glide va a “dibujar”. Luego se genera la imagen, creo de 64×64 píxeles y, finalmente, hay un “upsample” que la hace algo más grande, hasta 256×256. Si me da tiempo subiré lo que generé.

La primera prueba fue decirle que dibujara un “Astronauta verde caminando decididamente con un banderín en la mano”. El resultado fue una especie de nube verde. Debía de estar caminando sobre la superficie de un planeta gaseoso.

La segunda prueba fue “Un bicho raro de aspecto divertido”. El resultado fue un gato negro más bien inquietante que divertido.

Interesantes los criterios que usa la IA. ¿Qué os parece?

A ver si voy creando una rutina que esto de escribir a salto de mata y contra el reloj es un rollo…

PD: Os dejo un par de entradas de los viejos tiempos que vienen al hilo del dolor de espalda: El fascinante mundo vertebral y Fisioterapia.

Comentarios

3 respuestas a «Empezando el 2022»

  1. Avatar de PrometoRegistrarmeUnDia
    PrometoRegistrarmeUnDia

    Como bien dices ya no vives solo así que ánimo pero a los 3 en esta recta final!

    Si te apetece probar más Python durante el parón me he estado metiendo poco a poco con este blog de el jefe de IA de Tesla acerca del bitcoin: http://karpathy.github.io/2021/06/21/blockchain/

    Hace cosas con Python que yo jamás había visto (tampoco lo uso mucho). Al principio hay un link para la version Jupyter notebook.

    1. Avatar de Javier

      Le he estado echando un vistazo por encima y guau, está muy por encima de mi nivel, aunque muy interesante.

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