El núcleo del Big Crunch

Este título no hace justicia a lo que voy a contar hoy aquí, que va a ser más una actualización que otra cosa, pero sí hace referencia a los parajes interiores que estoy atravesando en las últimas semanas y también explica lo poco que me estoy prodigando por aquí últimamente. Vamos con ello.

Sí, tengo un bebé ahora, lo que requiere de mi tiempo, y también es cierto que estoy muy enganchado con el asunto de la programación y, en cuanto tengo una hora libre me pongo a programar, pero también es cierto que, en los últimos días, y debido a estar dándole fuerte al núcleo del Big Crunch, he tenido pocas ganas de hacer reflexión extra en este espacio. Pasada ya lo que se ha sentido como la peor parte de la tormenta, hoy sí que voy a dedicar un rato a contaros cómo me va. Espero que a vosotros os vaya bien o, como mínimo, mejor que a mí.

Cuando hace treinta años me doblé por la base del cuello hasta prácticamente partime en dos por la parte alta del pecho… bueno… estuve a punto de partirme en dos. En el fondo tuve suerte, pues hoy puedo respirar por mí mismo y escribir estas líneas usando mis manos. Ahora, el precio que pagué fue muy alto. Pero es que respirar y tenernos en pie por nosotros mismos son cosas muy valiosas, ¿no?

El caso es que si coges una columna vertebral y la doblas por la base del cuello, se hace ahí una especie de nudo y, algo muy llamativo y que me parece que la mayor parte de las personas con las que he hablado acerca de esto, médicos incluidos (incluso traumatólogos), pasaron por alto, es que hay un enorme músculo llamado Trapecio que recorre esa zona de la columna y se extiende hasta los hombros. Si giras el cuello en una dirección y giras la parte torácica de la columna en la otra, los hombros se retuercen, y mucho, cada uno en un sentido. En fin, pocas ganitas tengo de hablar de eso. Solo decir que es una experiencia digna de una pesadilla. No tanto por la experiencia momentánea en sí, que también, sino por la experiencia de quedarse atrapado en el interior de la misma durante tres décadas.

Y bueno, el núcleo del Big Crunch es ese punto en el que se dobló la columna vertebral, rodeado de musculatura petrificada y entumecida y que, para destorcerlo, pues básicamente hay que mover todo lo que se encuentra en esa zona entre la piel y los huesos, que es mucha tela. Para más información, consultar un atlas anatómico, pero puedo decir con cierta seguridad que, seguramente, la tercera parte de todas las piezas que nos conforman, si no la mitad, están contenidas en esa zona. Y en estos días estoy moviendo todo eso hasta el punto de deshacer esa doblez en la columna.

Llevo unas semanas, y en particular una semana, delirando de angustia. Eso es una exageración, pero vamos, por ahí va la cosa. Llorando un día sí un día no, con un nudo en la garganta que apenas puedo abrir la boca para hablar. Sintiéndome paralizado y bastante congojado. Hoy parece que la cosa va a mejor, pero ya veremos mañana. En fin.

Una de las cosas con las que me consigo distraer es con la programación, aunque ayer lo estaba pasando tan mal que ni conseguía concentrarme en las explicaciones del profesor del curso.

Terminé con éxito el pequeño clon de e-bay y empecé la lección de las interfaces de usuario, donde profundizamos en el uso de JavaScript, en particular para hacer aplicaciones de una sola página en las que toda la interfaz se hace y deshace con JS. De hecho, terminé el proyecto del cliente de correo escrito en JS. Una pasada. En la lección aprendí también a hacer animaciones sencillas para la interfaz de usuario. Muy chulo y funcional. Por cierto, también aprendí algo de React. También muy interesante.

Luego vino una lección de creación de tests automatizados y unas nociones acerca de lo que llaman el Continuous Integration y Continuous Deployment, donde vimos cómo automatizar tests, cómo integrarlos en el flujo de trabajo y cómo usar Docker para crear un entorno determinado de trabajo. Estas son cosas menos interesantes para mí ahora, pero está bien que tenga algunas ideas acercas de ello. Y luego recibí otro proyecto.

En esta ocasión se trata de un pequeño clon de Twitter, donde hay un timeline al que se pueden añadir posts, hay diferentes usuarios y los usuarios pueden seguirse los unos a los otros y hacer like en los posts. Lo empecé ayer, y aproveché para hacer mi primer formulario con las clases nativas de Django. Lo encontré relativamente fácil, aunque me costó un poco el primer intento. Para poner la guinda en el pastel, instalé el módulo de Django llamado “crispy forms”, que lo que hace es estilizar los formularios automáticamente y dejarlos visualmente niquelados. Y en esto tengo previsto seguir avanzando hoy, tareas de padre mediante.

Hay algunos asuntos más que me hubiera gustado compartir aquí, pero ya doy las gracias por haber sacado adelante esta columna hasta aquí. Otro día más.

¿Cómo vais vosotros?

Comentarios

Deja una respuesta