El conflicto con los carpinteros

Daniela y Luqui están de resopón, así que vamos a aprovechar esto y además rápidamente, porque como se levante Daniela y vea que en lugar de meter cosas en cajas estoy aquí de cachondeo con vosotros, se va a enfadar, y con razón. Así que vamos rapidito con el asunto de hoy.

El caso es que ayer, después de comer, cogí el sapo por las ancas y me lo tragué. Recordemos la columna anterior y el asunto del patio interior y la mudanza y los maestros carpinteros. Pues bien, primero bajé a la farmacia para aprovechar la salida y hacerme el certificado digital del covid.

La mujer me dijo que el servidor de los certificados covid estaba caído, y debe de llevar ya una semana. Ante mi sorpresa, me explicó que ha habido casos de falsificaciones del certificado, así que están dándole una vuelta de tuerca más para gestionarlo. De este modo, le dejé mi email y mi cartilla de vacunación y me avisarán con un email cuando el asunto esté de nuevo funcional.

Luego me encaminé a casa, entré en el patio interior, me puse la mascarilla y llamé educadamente a la puerta del taller maderero.

¿Recordáis la respuesta que imaginé que me darían? Pues bien, básicamente, para mi asombro, fue la respuesta que recibí. ¿Tan finamente sintonizado estoy ya con la realidad? ¿Fue mi intuición o mi sentido arácnido?

Hace un mes largo, ya sabiendo lo de la mudanza y las furgonetas que tendrían que aparcar en el patio interior, aproveché un día que me encontré a uno de los carpinteros y le conté la historia y le pregunté si podíamos aparcar las dos furgonetas durante un par de horas.

—Claro, sin problemas —dijo—. Yo lo comento con los colegas y nos organizamos. Pásate la semana de antes y así nos lo recuerdas.

Oh, fenomenal. Todo como muy sencillo y muy fácil, muy cool, muy de chill.

Se lo pregunté a él porque es con el que más confianza tengo. Estuvo unos años en las Islas Canarias, chapurrea español y es muy majo.

Así que ayer era justo una semana antes de la mudanza. Entré y me encontré con el hombre mayor, enjuto y con cara de pocos amigos. Conozco poco de cómo lo tienen allí montado, pero yo para mí que es el jefe. En cualquier caso, en cuanto me identifiqué como el de la mudanza, el hombre torció el gesto todavía más de lo acostumbrado.

De entrada me dijo que no. Luego, poco a poco, a medida que le fui escuchando a lo largo de los quince o veinte minutos en que estuvimos hablando, me fue explicando en más profundidad lo que le ocurría.

Grosso modo, habían tenido malas experiencias, la peor una en la que tuvieron una camioneta bloqueando el patio interior durante horas, todo lleno de cartones, sin poder salir ni entrar ni cargar ni descargar y sin poder localizar a la gente para que les liberaran el camino. En fin, entendí perfectamente al pobre hombre. Le expliqué que lo nuestro iría rápido, que tendríamos los muebles desmontados y las cosas en cartones, y que se trataba solamente de bajar las cosas y cargarlas y que, con un poco de suerte, en una hora estaba todo liquidado.

Me dijo que me concedía una camioneta. La otra la podíamos aparcar en la acera. En cualquier caso, que no me preocupara que lo sacaríamos adelante. Llevo desde entonces preocupado. Esta mañana he abierto los ojos a las seis y media y he visto carpinteros y patios interiores. Podría haber hecho esto mucho mejor, pero ya ha sido para mí un gran reto simplemente hacerlo.

En fin, sapo superado, boss de final de fase, y a ver cómo sacamos esto adelante.

Corto, cierro y me voy a meter cosas en cajas. Hoy desmontamos el gran armario del dormitorio y la cama, así que esta tarde tenemos fiesta del tornillo con ayuda de unos amigos.

Comentarios

2 respuestas a «El conflicto con los carpinteros»

  1. Avatar de Dani
    Dani

    Ánimo Javier! Seguro que sale todo bien!

    1. Avatar de Javier

      Gracias Dani!

      De momento se le ha ocurrido a Daniela una idea muy útil. El lunes os cuento más.

      Espero te vaya todo bien 😉

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