Dicen

Dicen que no hay mal que por bien no venga. Yo creo en eso.

La vida es como un Tetris en el que van cayendo piezas. A veces se te amontonan y haces un churro, pero todas las piezas están ahí y todas las piezas son importantes, y no importa cuánto te atasques que siempre puedes detenerte y reorganizarlo todo de manera que tenga sentido. Sí, a veces duele. A veces duele mucho. A veces duele de la hostia. A veces duele tanto tiempo que resulta delirante. Pero es importante y hasta fundamental que así sea.

Dicen los budistas que el dolor es necesario, pero el sufrimiento es opcional.

La vida es sencilla: sólo tienes que vivir. Descubre qué necesitas y satisface esa necesidad.

Ahora llego a ese punto en el que no me satisface lo que escribo. Tal vez esa segunda persona. Tal vez estoy cansado. ¿Te das cuenta? No es fácil saber lo que necesito ahora. ¿Necesito seguir? ¿Necesito parar? ¿Necesito escribir mil palabras más? ¿Para qué?

Luego están los valores. ¿Qué es valioso? Eso depende de para qué y de para quién. Cada uno valora cosas diferentes. Lo importante es comprender que esto es así, y que es así necesariamente.

El Universo no se equivoca. La lluvia no llueve equivocadamente. Los ríos no descienden por los valles equivocadamente. El sol no brilla equivocadamente.

Y yo sigo de nuevo en ese vaivén, en ese “sigo escribiendo” y en ese “es el momento de parar”. Y me imagino al lector, habiendo llegado hasta aquí, habiendo encontrado estos miles de palabras en este rincón de Internet, devorándolos. Leyéndolos con frenesí como si estuvieran escritos para él.

Yo no sé por qué escribo. Es algo emocional. No responde a una razón que yo pueda atisbar. Quiero creer que escribo para ser leído, y es más que una creencia; es una suerte de certeza. Como parte de un ciclo que debe ser completado. Y sinceramente, me molesta no comprenderlo.

Trescientas palabras.

Esto se está acabando. Este chorro que brotó esta mañana se está agotando. Han salido más de seis mil palabras. Es una buena renta. Ahora, ¿borro esta última columna que quedó sin completar? ¿La dejo pendiente para completarla otro día? ¿La termino? Tal vez me queden todavía seiscientas palabras más. What’s the point?

El sol brilla con fuerza en el exterior. Unas delgadas nubes blanquecinas tintan el azul del cielo. Las flores de lavanda en el balcón brillan intensamente. Siento ganas de salir y respirar, de abrir la ventana y sentir el frescor. Trago el té, caliente y agradable.

Algo más de quinientas palabras por delante.

Me recuerda a cuando escribía las páginas matutinas. Lo lograba siempre, cada vez. En cada ocasión en que me senté logré escribir las mil palabras. A veces me arrastraba en cada línea, pero lograba completar mi propósito cada vez.

A veces contaba las palabras: llevo ya casi quinientas. Me quedan quinientas más. Ahora estoy completando esta línea. ¿Pero qué le interesa al lector si completo la línea o no? ¿Qué le importa a nadie si hago mil palabras más en esta columna, en este churro? ¿A quién le importa? Estas cosas me sorprenden.

Pero, ¿qué sé yo?

Me quedan un montón de palabras por delante. Estoy cansado. Siento un ligero dolor de cabeza. Recuerdo el nudo en la parte alta de mi espalda. Siento la tirantez de mis músculos. Siento el retorcimiento en mi codo derecho que se propaga hasta la muñeca.

Son las once de la mañana y llevo escribiendo desde las siete y media. ¿A quién le importa? De verdad, ¿a quién le importa? Ahora me quedan menos de cuatrocientas palabras. Dicen.

El título se escurre por la parte superior de la ventana del editor de texto y ahora quedo perdido en un mar de texto, con la mirada enfocada en la línea que estoy tecleando ahora mismo, surfeando algún tipo de ola en mi interior, de pie sobre la tabla, surcando una ola en mi interior sobre la tabla de madera. ¿A quién le importa?

A mí me importa. Me importa completar las mil palabras. Pero, ¿para qué? Tal vez para terminar lo que empecé.

Es un interesante ejercicio de auto-conocimiento, de aprender acerca de lo que ocurre en mi interior. Y a la vez es valiente compartirlo contigo, seas quien seas. Dicen que compartir es amar.

Llevo años compartiendo. He compartido literalmente miles de páginas, miles de ideas y momentos de mi vida. Con desconocidos. Durante muchos años bromeando acerca de la vida y de la angustia y del entumecimiento. Burlándome de mí mismo, humillándome y riendo en lugar de llorar. En algún momento todo eso se dio la vuelta. Durante un tiempo solamente lloré. Ahora me quedan doscientas palabras. Dicen que compartir es amar.

Yo entiendo poco de amor, que yo sepa. Sé algo de amar. Lo hago casi sin querer, como escribir. Es algo natural. Ahora me quedan unas ciento setenta palabras. ¿Los cientos y las decenas van juntos? ¿A quién le importa? A mí bien poco para terminar estas mil palabras. Tan sólo un poco más.

Con el título en mente, “Dicen”, afronto la recta final. Mil palabras. Me exprimo a mí mismo como un limón, sacando las últimas gotas, ese último jugo. Sintiendo mis tripas y cómo se mueven cuando arrugo la frente. Trago saliva. Cien palabras apenas ahora.

Un trabajo interesante, este de escribir. Mucho más relajado que programar, al menos tal y como lo conocí. Ahora falta que me paguen lo mismo por hacerlo. ¿Cómo lo hago? Honestamente, ¿podría hacerlo? ¿A quién le importa?

Podría hacerlo. Podría hacerlo y disfrutarlo. Como mínimo una temporada. Pero ahora necesito parar y aliviar la vejiga y estirar la espalda y regocijarme porque puedo distinguir entre la “g” y la “j”. No todo el mundo lo puede, pero yo sí. Y por algún motivo es importante.

Dieciséis palabras quedan. Algunas menos ahora. Cada palabra es un paso, y cada paso cuenta en este camino.

Mil palabras.

Comentarios

4 respuestas a «Dicen»

  1. Avatar de Elena
    Elena

    A veces toca ordenar las piezas, otras mirarlas aunque sepas que no puedes hacer nada por el momento. A veces se necesita tiempo para reordenarlas. No pasa nada, a veces es suficiente con pensar en cómo las ordenaríamos. Yo suspendo, muchas menos palabras que tú.

    1. Avatar de Javier

      Buf, si vas a escribir más palabras que yo en un comentario, te aconsejo que te abras tu propio blog 🙂
      Pero bueno, aprobada. Es un comienzo excelente 😉

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