Comienza la semana

Lunes. Comienza la semana. Tras un finde relativamente agradable en el que me siguen entrando las vértebras en el sitio y me empiezo a sentir como una persona (nuevo logro desbloqueado), empieza una semana con algunos retos importantes. Vamos allá.

Ayer por la tarde noche, gran premio de México de F1. Paseo de Verstappen, que tiene el mundial cada vez mejor. Buen papel de Sainz y de Alonso, dentro de sus posibilidades. Carrera tirando a aburrida, salvo por la vuelta inicial. Pobre Bottas, qué mala suerte tiene el tío. De primero a último en medio kilómetro. Pero así son las carreras.

Y esta mañana nos hemos despertado con una pequeña rebelión de los aparatos electrónicos.

Primero ha empezado la impresora, que ha dicho basta.

—¡Quiero un nuevo tóner! —gritaba desde la cómoda—. ¡Ponedme ese nuevo tóner que me habéis comprado!

He sacado el cartucho antiguo, le he dado un meneo y lo he vuelto a montar.

—¡¿Pero qué haces?! —ha bramado—. ¡El nuevo tóner, ponme el nuevo tóner!

Así que he sacado el nuevo tóner de la caja y he tirado a montarlo sacando primero el antiguo.

El nuevo quedaba un poco así como bailando.

—A mí me parece que está bien. Cierra y que imprima —decía Daniela—.

Pero yo no estaba muy convencido, sobre todo porque el tóner antiguo parecía mucho más grande.

He mirado en Internet y he encontrado un vídeo de un tipo en la India que me ha enseñado a cambiar el tóner (¡gracias! -qué grande es el siglo XXI-) y resulta que el tóner lleva un armatoste que lo envuelve y lo sujeta en su sitio. Si no hubiera sido por este hombre, la hubiéramos liado buena.

Siguiendo adecuadamente las instrucciones de nuestro ayudante indio, le hemos puesto el tóner nuevo a la impresora y ha movido la colita contenta. Ahora, al intentar imprimir, la luz del wifi parpadeaba, lo cual, yo no sé mucho de luces de aparatos, o tal vez sí, no parecía una cosa apropiada. Mi suposición ha sido que la impresora no conseguía conectarse a la red local.

Recordaréis la disposición de nuestra red local, con el router en el sótano y un repetidor en casa. Pues bien, habíamos empezado a tener algunos problemas recurrentes en los que los móviles y los ordenadores se desconectaban aleatoriamente de la red y luego no podían reconectarse. Haciendo un troubleshooting, probé a apagar el repetidor. La señal era mucho más débil, pero teníamos internet igualmente en los lugares necesarios. Desde que quité el repetidor, la conexión de los aparatos a la red local había sido estable. Ahora la impresora parecía no poder conectarse a la red local, con lo cual Daniela seguía queriendo imprimir. Luqui gateaba por el suelo, cada vez rápidamente. Atraído por la luz del enchufe múltiple en el suelo, hacia allí se dirigía. Antes de eso, descubrimos que también gateaba sobre la cama con celeridad hacia el borde de la misma. En fin, condiciones de trabajo bastante estresantes.

Lo haré más breve: enchufé de nuevo el repetidor y la impresora se conectó. El ordenador de Daniela no. Reseteé el router. No cambió nada. Procedí a reconfigurar de nuevo el repetidor.

Pulsa tecla WPS durante seis segundos en el repetidor. Baja al sótano. Pulsa tecla WPS durante seis segundos en el router. Espera.

La impresora se conecta. El ordenador de Daniela se conecta. Con gran jolgorio, imprime. Luqui ya está en la cama para la siesta matutina.

Mi ordenador no se conecta. Pruebo dándole una IP fija. Funciona. ¿Por qué? Why?

Ufano, cojo la ropa y me dispongo a cepillarme los dientes y a ducharme. Intento poner el podcast de hoy de Marketing Online de Boluda. El móvil no se conecta a internet. Intento darle un IP fija. Me dice que si quieres arroz, Catalina. Salgo del baño.

Tomo el móvil de Daniela, que también está experimentando dificultades para salir a internet. Busco la red y le digo que muestre el código QR de la misma (¿conocéis esa posibilidad?). Lo escaneo con mi móvil. Se conecta. Funciona. Repito el proceso iniviertiendo los papeles entre móviles. Se conecta. Funciona.

Buf.

Ya me puedo duchar.

Al margen de asuntos de redes, dispositivos y conexiones (estas cosas tienen un gran potencial de confiabilidad), estoy mirando opciones laborales.

Rescaté y actualicé mi currículum en LaTeX. Instalé la versión básica de MacTeX de 100 megas (la otra opción eran 4 gigas) y tiré de terminal para ir instalando los paquetes necesarios a medida que el teXShop iba escupiendo errores. Después de la instalación de dos docenas de paquetes, el documento compiló y el CV lucía fenomenal en la pantalla del MacBook Air.

Hasta ahora he encontrado las siguientes opciones de trabajo interesantes:

  • Empresa de automatización y sistemas de visión. Multinacional a cinco minutos en coche de casa. Podría incluso ir en bici. Buscan vendedor con background técnico, o ingeniero con background de ventas, para gestionar la relación con una filial que tienen en Barcelona. Salvo el background en ventas, tengo todo lo demás.
  • Empresa de transporte de personas discapacitadas. Estaría, a media jornada, llevando a gente de aquí para allá. Me gustar conducir y me gusta la gente, y sé muy bien lo que es estar discapacitado.
  • Empresa de venta de productos industriales. Una amiga trabaja allí y hace cosas muy molonas para el departamento online, donde ahora quiere aprender Python para procesar información de hojas de cálculo. Además está muy contenta con el clima de trabajo aunque ahora esté trabajando desde casa la mayor parte del tiempo.

Pronto tendré que ir moviendo fichas y enviando CVs. Y el día 20 me voy a Valencia diez días para seguir avanzando en el proceso de vaciar la casa de mis padres para dejarla fina para poder alquilarla en los próximos meses.

En fin, mucho tute. O al menos a mí me lo parece.

¿Cómo lo tenéis vosotros? ¿También se os rebelan los dispositivos electrónicos? ¿Visteis la F1? ¿Buscáis nuevos horizontes laborales?

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