Catching up

Caray, hacía algunos días que no escribía. Entre unas cosas y otras, entre crisis de angustia y dolor, y a la vez con el buen tiempo que hace y con esas sorprendentes ganas de salir a tomar el aire y el sol que estoy experimentando últimamente, la verdad es que llevaba un buen rato lejos del ordenador. Hoy, al abrirlo, estaba sin batería. Primera vez que me ocurre.

Un poco raro lo de encontrarme el ordenador sin batería, que tampoco es que llevara un par de meses sin escribir. Habrá que vigilar el asunto.

Las patatas en el agua hirviendo, lo mismo para las acelgas o lo que sea que he puesto a hervir desde la bolsa del congelador. El pescado empanado, también congelado, “fluceando” (a ver quién pilla la referencia). Hoy es martes, así que comemos de restos y congelados.

Grabado el podcast con un previo de cara al GP de Ímola de esta semana, circuito con mucha historia y adonde regresa la F1 por segunda vez consecutiva después de muchos años lejos del mismo. Este fin de semana, entre las cosas especiales, tenemos la clasificación al sprint (¿o es carrera al sprint?). Debe de ser eso, clasificación al sprint.

He pasado un par de días bastante fastidiado, especialmente el viernes. La crisis ha precedido, una vez más, a un nuevo escalón de bienestar. Además de eso, varios días soleados y con temperaturas por encima de diez grados, así que me he sorprendido algunas veces en la terraza extasiado por sentir el sol y la brisa sobre mi piel.

Algo está ocurriendo, y es que, últimamente, tengo menos ganas de escribir. Por contra, grabar el podcast me está encantando, resultando fácil y fluido. Es como… ¿quién quiere escribir pudiendo hablar? A medida que mi garganta se va desentumeciendo, es una maravilla poder usarla. Ya me cuesta tan poco respirar y hablar…

Así que os animo e invito a escuchar el podcast. Son episodios ligeros y variados de unos diez minutitos, y la verdad es que da ahora mucho más gusto escucharme que hace unos años, donde cada frase, especialmente en la primera época, la de Patreon, era una batalla. Hoy hasta he hecho un recorrido a toda velocidad por el circuito de Ímola.

En Preply sigo a la espera del primer alumno, del que, de momento, no sé nada. Estoy un poco abrumado, porque me han enviado algunos vídeos para empezar y en total es hora y media de contenido multimedia para orientarme en la plataforma y dar mis primeros pasos como profesor. Caray, siento que tengo que hacer mucho trabajo sólo para sentarme con el primer alumno. Lo cierto es, sinceramente, que no estoy tan motivado.

Sigo mirando ofertas de trabajo. Ayer encontré una muy interesante de conductor de pruebas, probando prototipos. Hasta en tiempo parcial. ¿Envié el CV? No. ¿Qué pasa? Nada.

Pasa que sigo, cada mañana, practicando una hora de yoga y media de meditación. Que llega el buen tiempo y, por primera vez en 32 años, no me estoy muriendo ni de angustia ni de dolor. Siento mucha curiosidad por saber cómo es vivir más allá de ese horror. El trabajo llegará cuando tenga que llegar, como el final del Uncrunching.

Y poco más. Lo voy a dejar aquí antes de que las patatas se pasen de hervor y se queden blandas, que ¿para molestar a Daniela?

Por otra parte, tal vez esta sea la solución a la sostenibilidad de la parte escrita del blog: entradas más cortas.

¿Qué tal vosotros?