Jueves y viernes estuve sin escribir y, por tanto, sin publicar. Hoy es sábado, y aprovechando la siesta matutina de Luqui, que últimamente suele ser la única, dedico media hora de mi preciado tiempo como padre para practicar el noble arte de la comunicación y, en particular, la escritura. Vamos allá.
Por partes. Primero lo que me impidió faltar a la cita con la escritura y la publicación y, por ende, con vosotros.
¿Qué va a ser? Pues dos cosas: el número de tareas más importantes que esta y la angustia del Big Crunch, en ese orden.
El jueves hice un montón de cosas. Ya no recuerdo qué cosas fueron, pero fueron muchas, y todas más importantes que sentarme y escribir aquí. El viernes, simplemente la angustia me dejó de fuera de línea. Por la noche, mientras preparaba la cena y me preguntaba si podría cenar, sentía el despertar de una bolsa de dolor entumecido que me provocó tales náuseas que creí que terminaría vomitando.
Hoy ese dolor entumecido se ha convertido simplemente en dolor. Duele mucho. En concreto, arde. Pero el dolor sólo duele.
Duele tanto que respiro contra ese dolor, en la parte alta derecha del pecho, irradiando desde la escápula.
La buena noticia es que el dolor suele venir, al menos en mi caso, con liberación. Duele porque se ha liberado. Ya no está retorcido, pellizcado y aplastado, sino que está libre. Ahora, después de 30 años en ese estado, duele. Duele como un demonio.
Pero noto la liberación.
Quisiera tumbarme en el suelo y hacer rotar los hombros y soltar todavía más ese nudo ardiente en la parte alta de mi pecho. Lo he intentado, pero, sencillamente, duele demasiado. Hoy me corresponde sentir ese dolor e integrarlo y abrazarlo con ternura y, tal vez mañana, pueda seguir soltando el nudo. Ya me parece un milagro que pueda ir a través de estas diferentes etapas así de rápido, de modo que muchas gracias por eso.
Gracias también por el feedback acerca de la caja de usuarios que han puesto aquí su bandera. Como veis, sólo somos unos pocos.
Sinceramente, me gustaría tener una página web con miles de visitas, con decenas o centenares de miles, y estar ganándome un sueldo de con esto. La realidad es muy diferente, pero, al menos, es real. Ahí estáis. Gracias por ello.
¿Mencioné que mi suegro quiere hacer una terraza nueva? Bueno, ayer mi tarea consistía en medir la altura a la que tendrá que estar el extremo de la terraza y marcarla con un hilo. Este hilo se usará para seleccionar la sección de los diferentes materiales, viguetas y tablas que harán de suelo.
Tomé un listón largo del garaje. Lo llevé a la terraza. Falqué un extremo bajo el canto en la parte inferior de la pared. Con ayuda de un nivel, equilibré el listón en horizontal cruzando la terraza y, en un poste clavado en el suelo en el otro extremo, marqué la altura. Dado que la terraza tendrá casi tres metros de largo y la caída, para evacuar el agua de lluvia, debe ser de un centímetro por metro o un uno por ciento, desconté tres centímetros a la altura de la marca. Después, repetí el proceso a lo extenso de la terraza con cuatro postes más. Finalmente, até un cordel a lo largo de las marcas. Ingeniería pura, pero de la práctica, de la que apenas vimos en la carrera.
Después de la terraza parece que vendrá la sauna esquinera, que ha superado los últimos obstáculos burocráticos (el aprobado de Daniela). Vamos a tener una sauna esquinera, entre los dos garajes. Parece que empezaremos por el techo, que es la parte más delicada porque recoje el agua de tres techos.
Hablando de ingeniería: he comenzado el libro que me envió Jordi.
Dado que ayer estuve bien jodido, pude estar un par de horas tumbado en el sofá y aproveché para, por fin, hincar el diente a sus páginas. De momento estoy encantado. Llevo un quince por ciento.
El libro está muy bien. Es muy entretenido. La historia está muy bien escrita y el argumento avanza con fluidez y soltura. Los personajes están bien hechos y las páginas cumplen con certeza. Estoy enganchadísimo, deseando encontrar un rato para continuar la lectura.
Dicho esto, estoy encontrando algunos errores, algunos gramaticales, otros de estilo y, los menos, ortográficos. Leo bolígrafo en mano, señalando aquí y allá lo que considero oportuno.
Leer este libro me está aportando algunos beneficios.
Por ejemplo, revivir, desde otra perspectiva y desde la distancia que ofrece el tiempo, mi época universitaria, una época de la que salí muy tocado y que todavía estoy sanando. La presión familiar para estudiar una ingeniería en lugar de algo más artístico, la presión de la carrera en sí, de la insana y absurda dificultad, de encajar los suspensos uno detrás de otro después de no haber tenido ni uno en más de diez años de colegio, de estar rodeado de mastuerzos y apenas féminas… La presión de un montón de cosas a las que ni siquiera había conseguido poner nombre y que me hicieron pasar por un vía crucis de tortura psicológica difícil de expresar. Pero Jordi pasó por aquello, y revive lugares y momentos comunes y muy cercanos de la carrera, de aquel tiempo y de aquel espacio, con el recurso de sentirse lejos y a salvo de todo aquello. En ese sentido, resulta sanador. Resulta terapéutico poder reírse de ello, y ya lo he hecho varias veces. A carcajadas en algunos pasajes y con alguna risilla en prácticamente cada página. Eso es muy de agradecer, así que gracias, Jordi, por la oportunidad de sumergirme en esas páginas.
Al margen de eso, me está haciendo valorar mis habilidades para la escritura.
Jordi escribe muy bien. Como he dicho, la historia fluye con habilidad y tiene pasajes excelentes. Hay algunos errores que, lógicamente, se repiten sistemáticamente, como su manera de utilizar las pausas, que podemos decir que atiende a su estilo, o una extraña manera de diferenciar “cómo” y “como” que, si no me lo tomara con filosofía y fuera un lector ojete, podría arruinarme la lectura.
Pero escribe muy bien. Es fácil abandonarse a las páginas y revivir aquellos momentos de la Universidad encontrando consuelo en sus historias y anécdotas y lugares comunes. Y, como escritor, eso es lo más difícil de lograr. El resto son detalles.
Y el encontrarme a mí mismo disfrutando del libro y de la lectura, algo que hacía mucho tiempo que no lograba, por cierto, y además corrigiendo cosas cada pocos párrafos, me hace darme cuenta de que escribo muy bien. Eso puede resultar algo evidente para otros, pero yo quedo demasiado cerca del asunto como para poder verlo. Leer este libro me está ayudando a apreciarlo.
Al margen de eso, me doy cuenta de que me he ido ya por encima de las mil palabras. Es difícil escribir mal con tanta práctica. Habría que odiar mucho la escritura.
El caso es que debo de estar compensando mi ausencia de los últimos días y dando rienda suelta a un disfrute renovado del arte de juntar las palabras, tras haberme encontrado gozando, de nuevo después de muchos años, como lector al otro lado de este proceso.
Cuando vivía en Regensperry y me hice autónomo, contraté media docena de seguros. Uno de ellos era, resultó ser, un fondo de pensiones. Metí unos 2.000 euros en él.
Cuando lo contraté, el chico me dijo que el dinero podía usarse para invertir en armamento, que me lo tenía que decir por ley. Le dije que estaba bien, que el dinero era el dinero.
Hoy, quince años más tarde, eso esta mal. El dinero no es el dinero, así que les escribí un email aclarándoselo.
Su respuesta ha sido, más o menos, la siguiente: muy bien, pues díganos qué hacemos con ese dinero. Le adjuntamos 40 páginas con las posibilidades.
Así que ayer, al sol, en la vieja terraza, sintiendo la angustia profunda del dolor entumecido que se despierta, me leí a toda velocidad y por encima 40 páginas en alemán de descripciones de fondos de inversión a la búsqueda de algunos que no invirtieran en armas, pornografía, explotación infantil y similares. Encontré algunos, pero, a tal velocidad, no sé si son fondos éticos y destacan que, precisamente, no invierten en eso, o es una descripción literal de las cosas en las que invierten. Necesito una lectura más sosegada para discernir la diferencia y tomar una decisión. Era un asunto que tenía ya pendiente hace algunos años y al que, por fin, le ha llegado el momento.
¿Y vosotros? ¿Invertís en armas?
Menuda preguntita, ¿eh? Pero es que, en estos días, esto está de especial relevancia. Y, como digo, podemos invertir en armas sin apenas darnos cuenta. Me pregunto si en España el cliente siquiera tiene que estar legalmente informado.
Hoy he aprovechado también para revisar mis finanzas, cosa que hago ahora a principio de cada mes. Me he hecho una hoja de cálculo y voy metiendo gastos e ingresos y desglosando. De momento mis ingresos son mínimos y mis gastos grandes, pero trabajo para invertir la tendencia, por lo menos para llegar a los números negros. Próximamente, más.
Estoy ocupado ahora con la creación de una página web para Daniela, una página de una asociación que fundó hace unos años y que opta ahora a una especie de beca, así que estamos dedicando tiempo y energía al asunto. Seguramente, cuando acabe con esta página web, me ponga con un rediseño de ESDLV que pase por llevar el blog a la parte de atrás del sitio y que deje, en la página principal, lo que en marketing se llama mi “oferta de valor”. Ahora que me estoy haciendo con el editor de bloques y el Full Site Editing gracias a la experiencia de la página de la asociación, me serviré de estos conocimientos para hacer cambios aquí.
¿Cómo habéis estado? Ya queda menos para que empiece la temporada de F1.
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