A una semana de la mudanza

Hoy me iba a poner con una nueva entrega de las Cartas a los padres, pero queda justo una semana para que nos mudemos y hay que hacer notar eso para, en lugar de dormirnos, seguir haciendo cosas y encarrilando la mudanza de manera que sea un proceso agradable y placentero en el que las cosas salgan bien; que, cuando todo haya pasado, podamos mirar atrás, arrancarle la punta a un puro de un bocado, sonreír y decir: “Me encanta que los planes salgan bien”.

A mí también me encanta que los planes salgan bien, y para eso hoy toca seguir metiendo cosas en cajas y darle caña al sapo de hoy: bajar a hablar con los maestros carpinteros del patio interior: los Schreinemeister del Innenhof. Ojalá haya puesto todas las letras en su sitio.

En el patio interior hay una serrería, y la serrería tiene exclusividad de aparcamiento en el lugar. Meten sus coches y furgonetas y cargan y descargan tablones y maderos varios. Así que tenemos que pedirles permiso para, el miércoles que viene, meter dos furgonetas entre las 10 y las 12, aproximadamente, y cargar los muebles y las cajas de la mudanza. Ya hablé con uno de los carpinteros hace un mes y me dijo que no había ningún problema, que lo comentaría con los colegas y que simplemente se lo recordara una semana antes. Pues bien, hoy es justo una semana antes.

Sé que me dijo que no había ningún problema, pero me imagino que bajo y pregunto y me dicen.

—¡No!

Y ostras, ahí me quedo yo, aturdido y balbuceante. Pensar esto es lo que hace que lo de hoy sea un sapo. Pero bueno, seguramente bajaré y preguntaré y me dirán que claro, que ningún problema, pero esta experiencia mental no encajaría con el dolor que todavía siento dentro de mí, de ahí que mi mente tienda a crear la primera. Parte del proceso de recuperación consiste en sanar el daño interno a medida que hago tracción en el mundo y me doy cuenta de que las cosas ya no son para mí como eran, sino que son mejores. De hecho, nunca fueron como eran, pero yo me las imaginé así. Es ciertamente apasionante, ¿no?

Bueno, a juzgar por los comentarios a la columna de ayer, nadie conoce el Eneagrama ni a Borja Vilaseca. O más bien, los lectores no saben o no contestan, como en las encuestas. Siempre me ha llamado la atención esa parte de las encuestas.

—Papá, ¿qué significa eso de NS/NC?

—Eso son los que no saben o no contestan.

—Ah.

Yo creía que todo el mundo tenía una opinión acerca de cada cosa, pero las encuestas no mienten.

En fin, una semana para la mudanza.

Ayer desmonté la primera mesa, una ligera de escritorio que compró Daniela en Ikea. Es muy bonita y minimalista. Está muy bien para ver, pero se siente muy enclenque. Cuando la he usado y he escrito se ha sacudido ligeramente, lo que me da una sensación muy desagradable. Es como si la mesa se fuera a desmontar y caer a cada poco.

Hoy ha vuelto a salir encapotado y relativamente fresquete, y mientras escribo esto se ha puesto a llover. Qué pasada de verano. Climatológicamente hablando, debe de ser el peor verano que he vivido, aunque con 11 años pasé un mes de Julio en el sur de Inglaterra y sólo vi el sol un día. Si eso es el sur de Inglaterra, imagina el norte. ¿Cómo hacen allí para estar de buen humor? Oh, wait!

Aunque esta es una de esas cosas que estoy aprendiendo a superar, el que mi humor dependa del tiempo. Normalmente depende del dolor que siento y luego del tiempo, aunque sospecho que ambas cosas están íntimamente relacionadas.

Y lo voy a dejar aquí. He dejado el dossier de Cartas a los padres fuera de la caja de cartón para meternos mañana con el sexto mes, que vamos con retraso. Tal vez explique por qué el Luqui lleva unos días raro.

¡Hasta mañana!

Comentarios

Una respuesta a «A una semana de la mudanza»

  1. Avatar de Dani
    Dani

    Realmente apasionante!

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